Tipos de Activos
En los últimos meses, hemos entrado a fondo en tres temas fundamentales relativos a la inversión: el ahorro, el mercado y la escuela austríaca de economía. Esto nos ha servido para situarnos y establecer una primera idea clara en nuestra mente: ahorra, e invierte esos ahorros a largo plazo.
Como en cualquier camino, a medida que avanzamos, se abren nuevas incógnitas. En este caso: ¿en qué debo invertir? Para resolver esta pregunta, primero debemos saber qué tipos de productos existen y en qué se diferencian.
Hay muchas formas de dividirlos, aunque a mi parecer, la más sencilla es diferenciar activos reales y activos monetarios, o según Böhm-Bawerk: bienes y promesas.
En primer lugar, un activo es un recurso con valor económico que un individuo, empresa o país posee o controla con la expectativa de que le proporcionará un beneficio futuro.
Los activos reales son bienes que principalmente se caracterizan por tener valor en sí mismos y generan las rentas en base al servicio que dan a la sociedad. Destacan ejemplos como las acciones, los bienes inmobiliarios y las materias primas entre otros. Las características esenciales de estos activos son dos: la primera “la propiedad” ya sea directa o indirecta; y la segunda “la variabilidad de las rentas que es capaz de generar”.
Por otro lado, están los activos monetarios, que se basan en una promesa de pago de unas rentas reguladas por un contrato y fijadas en una moneda determinada. En este caso el inversor no es propietario de la entidad que emite la moneda, sino únicamente de la promesa de pago. Así, por ejemplo, se consideran activos monetarios los depósitos bancarios o las emisiones de deuda de empresas y Estados. Este tipo de promesa no ofrece ninguna garantía, salvo la palabra del emisor.
Una vez entendemos qué tipos de activos existen, debemos plantear el objetivo de la inversión que, en mi opinión, debe partir una premisa básica: invertir para mantener nuestro poder adquisitivo -y aumentarlo con el tiempo si es posible-.
Con este objetivo en mente la mejor manera de obtener resultados fiables sobre la rentabilidad de los diferentes tipos de activos es a través de la evidencia histórica. Como podéis ver en la tabla, la rentabilidad que ofrecen las acciones es muy superior a la de los bonos y el oro.
En definitiva, si somos capaces de dejar nuestras emociones a un lado y analizar los datos fríamente, descubriremos que a largo plazo la mejor elección son los activos reales, concretamente las acciones.