Lo que hace Hayek en este libro es depurar al racionalismo aplicado a las ciencias sociales de sus excesos, introduciendo una dosis necesaria de humildad y realismo. Para Hayek, la sociedad no es un sistema racionalmente organizado por ninguna mente o grupo de mentes humanas, sino que, por el contrario, se trata de un orden espontáneo, es decir, un proceso en constante evolución, resultado de la interacción de millones de seres humanos.
Desgraciadamente, tarde o temprano, los gobernantes tienden a abusar de los poderes a ellos confiados para coartar la libertad que deberían defender y para imponer su supuestamente más acertada interpretación de los acontecimientos. La expansión industrial moderna no surgió en los entornos geográficos en los que prevalecía indiscutido algún poder soberano, sino en las ciudades del Renacimiento italiano, de la Alemania meridional, de los Países Bajos y, finalmente, en la escasamente gobernada Inglaterra. Nuestra civilización industrial surgió en entornos en los que florecía la burguesía y reinaba la libertad, y no en los que prevalecía la fuerza de la espada.
La popularidad de la idea de que siempre es mejor cooperar que competir demuestra el general desconocimiento de la verdadera función ordenadora del mercado. La competencia no es otra cosa que un ininterrumpido proceso de descubrimiento, presente en toda evolución, que nos lleva a responder inconscientemente a nuevas situaciones. Es la renovada competencia, y no el consenso, lo que aumenta cada vez más nuestra eficacia.
Resumen
Vídeo