Si el dinero es una herramienta, la forma en la que lo utilizas debería reflejar cuáles son tus objetivos y tus prioridades. Para que lo entiendas mejor: si te gusta viajar, serás capaz de ahorrar para hacerlo; si te gusta la ropa de marca, tu armario y los movimientos de tu cuenta lo reflejarán; lo mismo si te apasionan los videojuegos o la gastronomía.
Si tus finanzas no reflejan quién eres y lo que persigues en esta vida, deberías empezar a practicar el conscious spending o gasto consciente. Esta forma de utilizar tu dinero sirve para alinear tu economía y tus intereses para empezar a gastar de forma más consciente, menos impulsiva y sobre todo en lo que a ti te interesa.
Cuando gastas de forma consciente y además haces el resto de tus deberes (ahorrar e invertir para tu jubilación), nadie podrá decirte que gastas demasiado en algo o que no estás gestionando bien tus finanzas.
Para que lo entiendas mejor, hazte la siguiente pregunta: ¿serías capaz de gastar 2.000 euros al año en zapatos? ¿Te parece demasiado?
Seguramente sí, pero eso es precisamente lo que hace Ana, que además goza de una envidiable salud financiera. Y es que Ana puede gastar mucho en zapatos, pero también ahorra todos los meses y también tiene su propia cartera de fondos de inversión. ¿Cuántas personas que no hacen esas “locuras” con el dinero y los zapatos pueden decir lo mismo?
Para lograr todo esto, Ana ha adaptado sus gastos a sus intereses. Por eso mismo vive en un piso en las afueras porque así puede tener una casa mas grande a mejor precio y también conduce un coche de gama baja porque para ella el coche es sólo un medio de transporte, nada más.
A Ana le ayuda su marido Juan, para el que su pasión son los cómics. También se deja un dineral al año en ellos (2.500 euros, porque su sueldo es algo superior al de Ana). ¡Hasta ha ido a la Comic-Con de San Diego! Los sacrificios de Juan son similares a los de Ana e incluso van más allá porque él va en metro al trabajo.
Una de las claves de la pareja es que ninguno reprocha al otro sus gustos ni sus gastos, y no porque no sean curiosos. La clave es que cada uno tiene su propio presupuesto para gastos que puede administrar como quiera, siempre que aporten un mínimo a la economía familiar y a sus ahorros para el largo plazo. Además, como los dos saben que el otro gasta en lo que le apasiona, no hay reproches que hacer.
En eso consiste el consumo consciente: gastar sin remordimiento en lo que te gusta y recortar sin piedad en el resto de cosas que no te importan.
Empezar a consumir de forma consciente no es complicado. Basta con seguir estos tres pasos:
- Párate a pensar en cuáles son tus objetivos vitales y en lo que realmente te hace feliz. Pueden ser, por ejemplo, jubilarte antes de los 67 y viajar.
- Con esto en mente, haz un presupuesto básico con tus gastos e ingresos actuales. Seguro que te sorprende lo que ves. Con estos datos, decide qué parte de tus ingresos vas a destinar a cada uno de tus objetivos.
- Cada vez que vayas a comprar algo, párate a pensar si te acercará o no a tu objetivo, si te hará o no más feliz, y actúa en consecuencia.
En este sentido, recuerda que hay gastos y cosas que nos hacen más felices que otras. Como Elizabeth Dunn y Michael Norton explican en su libro “Happy Money”, prima las experiencias frente a las cosas y todavía más si son con tus seres queridos.
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