Hace dos meses un amigo me dijo tomando un café: «Todo esto está muy bien, ¿pero cómo le explicarías Bitcoin a mi abuela de manera sencilla?». Desde entonces le he estado dando vueltas y he de confesar que todavía no he conseguido presentar Bitcoin a alguien en menos de una hora. Sin embargo, lo que intento es generar un click, algo que les haga seguir preguntando y creo que a la abuela de mi amigo le diría esto: «’Disculpe, señora, Bitcoin es como cuando antes se guardaba el dinero debajo del colchón porque la gente no se fiaba de los bancos ni de los gobernantes. Tener Bitcoin también es tener dinero efectivo, pero en Internet. No lo tiene en ningún banco ni nadie se lo puede quitar, es suyo. Es suyo más que nunca en la historia, señora».
Por supuesto, esto no explica ni un 0,01 % de lo que es Bitcoin, pero es lo que a mí me hizo click tras año y medio de estudio, y ya sabes lo que dicen: «Enseña pronto a tus hijos lo que tú aprendiste tarde».
Quizás, si estás leyendo en este blog (y eres inversor) no te voy a contar nada que no te suene, pero quiero hacer hincapié de nuevo sobre cómo desde hace 13 años existe un activo que es propiedad objetiva. Me explico.
Por un lado, seguro que has escuchado varias veces al profesor Miguel Anxo Bastos (aquí un auténtico fan de su honestidad intelectual) hablar sobre que la propiedad privada actual no es propiedad privada, es un usufructo que tenemos hasta nuevo aviso. No es la primera vez ni será la última que en un Estado existan impagos, expropiaciones, quiebras bancarias, corralitos o embargos (por no hablar también del ladrón silencioso: la inflación).
Por otro lado, nuestra mente es el único lugar donde somos libres de verdad, nadie puede arrebatarnos nuestra expresión e ideas dentro de nosotros mismos. En un caso hipotético, un estado o un juez puede quitarte todo: tu casa, tu coche, tus hijos, tu familia, y en algunos lugares todavía hasta tu vida (pena de muerte); sin embargo, tus pensamientos nadie puede quitártelos.
Como dice mi amigo y escritor Álvaro D. María: «Bitcoin redefine el derecho de propiedad». Pueden quitarte todo, menos tu pensamiento, y ahora tu pensamiento tiene valor monetario intrínseco.
Bitcoin convierte el dinero en un secreto. Esto lo cambia todo para siempre y, además, resuelve un problema histórico de necesidad (u obligación) de confianza en terceros para la custodia de propiedad privada.
¿Te imaginas que los supervivientes del Holocausto hubieran podido restaurar toda su riqueza en un lugar tranquilo una vez terminada la guerra?
¿Te imaginas la típica película de Hollywood donde al protagonista un juez o un gobierno le robasen sus cuentas bancarias, a sus hijos, su casa e incluso su identidad, y él siguiera teniendo su patrimonio casi intacto?
Es genial, ¿verdad? Si, pero «no es Bitcoin todo lo que reluce». Todo tiene un coste y, para mí, en Bitcoin ahora mismo los mayores costes son la curva de aprendizaje y la responsabilidad individual. La buena noticia es que creo que ambos costes disminuirán sin parar con la llegada de innovación continua. (No me quiero ni imaginar lo difícil que podía ser comprar un dominio web en 1993. Yo ni había nacido).
Cada vez existen más soluciones a los problemas que Bitcoin plantea. Si no tienes unos conocimientos suficientemente técnicos, quizá no sea la mejor idea tener muchos fondos en Bitcoin. O sí, es una decisión muy personal.
Bitcoin nos devuelve a todos algo que se había perdido con el tiempo: la responsabilidad individual (e incluso la disciplina). Si no custodias tus fondos con responsabilidad y conocimiento puedes ser un blanco fácil para atacantes (ataques físicos y digitales). Al no depender de terceros para su custodia tampoco existen terceros a los que reclamar en caso de pérdida, tú eres el único responsable de tus fondos (de tu clave privada). Es diferente pero no es algo muy loco, ¿crees que la abuela de la que hablábamos podía recuperar fácilmente o reclamar a alguien si perdía por su culpa su dinero de debajo del colchón?
En Bitcoin esto genera, además de rechazo por una parte de la población a la que le atrae depender de otros, problemas de seguridad privada física y digital y otra curva de aprendizaje costosa: para evitar estos problemas deberás entender palabras como passphrase, timelocks, multifirmas o comprender el coste que puede suponer el tener acceso a tu clave privada en tu vida diaria (mala idea). Pero la seguridad, por suerte o por desgracia, no es el tema de hoy.
Bitcoin, entre otras muchas cosas, redefine el derecho de propiedad. Ya nadie nunca más (al menos hasta que exista tecnología para leer pensamientos) puede decirte si puedes o no puedes tener algo. Insisto, debes asegurarte de aprender a custodiarlos correctamente para evitar ataques físicos o digitales.
La siguiente pregunta de la abuela a mi amigo me la imagino parecida a esto: ¿y cómo sé yo que eso vale algo y no va a perder su valor? Quizá el siguiente click que podemos activar es: «Tiene razón. Es importante que una de las características del dinero sea el mantenimiento de su valor en el tiempo. Pero, ¿qué ocurre con las pesetas que tiene de adorno en su precioso salón?».
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