Con cada crisis económica, resulta curioso el interés que, de repente, surge en la ciudadanía por conocer aquellos aspectos más destacados de la ciencia económica, así como aquellos conceptos que, como ocurre con los ERTEs, la moratoria hipotecaria o el déficit, se presentan recurrentemente en la tribuna pública y en el debate político. Pues, en un escenario en el que los economistas abordamos lo que se presenta como uno de los mayores colapsos económicos de nuestra historia reciente, la ciudadanía, preocupada por la situación, trata de despejar esa incertidumbre que se muestra en el horizonte y que, por el momento, se presenta como la única certidumbre contrastada.
Dada la naturaleza de esta crisis, desconocida incluso para los economistas, la población se muestra temerosa ante unos efectos que, en boca de estos expertos y como recogen los indicadores, pretenden deteriorar la situación económica más allá del deterioro sufrido hasta ahora. Y es que, como muestra el Banco de España, cualquier escenario configurado hasta la fecha no debemos considerarlo como un escenario definitivo. La incertidumbre, así como los riesgos en el horizonte, complican el establecimiento de pronósticos futuros ante una incapacidad más que manifiesta: predecir el comportamiento del virus. Esto, teniendo en cuenta que la OCDE sitúa a España como el país con mayor potencial de deterioro hasta la fecha de darse rebrotes, nos sitúa en un escenario complicado.
Sin embargo, ante la incapacidad de medir dicho suceso, así como saber la relación que tienen los indicadores -como el indicador compuesto o el PIB- con nuestra economía doméstica, muchos son los ciudadanos que se preocupan por aprender, leer y conocer qué ocurrirá con la economía, así como los posibles efectos que de esta crisis se derivarán en los hogares en el país. Y es que esto no es casualidad, pues cabe destacar que, pese a ese interés que se despierta en situaciones como la que hoy nos acontece, España es de los países en los que la educación financiera, y pese a contar con un plan para potenciarla, ocupa un lugar menos destacado. Tal es el grado que, a lo largo del proceso educativo básico, los niños españoles no adquieren conocimientos sobre la materia.
Una problemática, con datos
El motivo de resaltar dicha situación se debe al Día de la Educación Financiera en España, que se celebró el pasado 5 de octubre. Un día en el que el Banco de España, en colaboración con la CNMV y la OCDE, resaltan la importancia de que la ciudadanía posea un mínimo de educación financiera para comprender las situaciones que afectan a su economía, así como elaborar previsiones y mecanismos para, con ellos, convertirse en una sociedad preparada, económicamente hablando. Todo ello, con propuestas para implementar la economía en las aulas de una vez por todas. Pues resulta curioso que desde pequeños nos enseñen lo que son los recursos, pero no los métodos y las formas de administrarlos. Algo similar a lo que ocurriría en matemáticas si nos enseñaran lo que es sumar y restar, pero desconociendo lo que son los números.
En este sentido, nos guste o no, debemos saber que la economía se encuentra muy presente en nuestra vida diaria. Desde que somos pequeños, los ciudadanos estamos en continua relación con la ciencia económica, así como con los sucesos que giran en torno a ella. Desde cuando pedimos un euro a nuestro padre para comprar una bolsa de chucherías hasta que cobramos nuestra primera nómina y la domiciliamos en el banco, la ciudadanía está permanentemente relacionándose con la economía y los fenómenos que de esta se derivan. Sin embargo, y pese a ello, no cuenta con la capacidad suficiente como para entender aquellas situaciones en las que vemos a la economía mostrarse de forma distinta a lo normal.
Y es que, pese a que el 77% de los padres en el país, tal y como cita un informe elaborado por la financiera ING Nationale-Nederlanden, desea y considera que los niños deberían recibir educación financiera en las aulas, la ciudadanía sigue mostrando un claro déficit de conocimientos económicos. Pues, como cita el estudio al que hacemos mención, el 44% de los españoles presenta verdaderas dificultades a la hora de comprender aspectos básicos de la economía que les rodea. Y no me estoy refiriendo a conceptos que podían resultar enrevesados, como puede ser el multiplicador monetario, sino que nos estamos refiriendo a conceptos como inflación, IBEX, Euribor, entre otros aspectos de conocimiento general.
De acuerdo con el informe, únicamente el 12% de la población española reconoce, por ejemplo, tener plena independencia a la hora de tomar las decisiones financieras. Mientras que, por otro lado, un 32%, teniendo en cuenta los bajos salarios en el país, tiene la obligación de destinar parte de su renta a la contratación de asesores financieros para dejarse guiar por sus recomendaciones, ante dicho desconocimiento. Sin embargo, pese a estos datos, resulta llamativo que, según el último informe PISA de la OCDE, el nivel de los estudiantes españoles en dinero, economía y finanzas, aún y pese a los datos expuestos, se sitúa trece puntos por debajo de la media a nivel global.
Unos datos muy preocupantes, teniendo en cuenta los efectos de dicha problemática, pues, como cita el estudio, sólo un 5% de los encuestados reconoce poseer los conocimientos suficientes en materia económica para actuar en solitario.
La peor de las estrategias y la más cara
Aunque pueda parecernos una situación que no es preocupante, ante la circunstancia que hoy nos acontece, debemos saber que sí lo es, pues el país, en estos momentos, presenta una situación muy complicada con determinados asuntos como es el tema de las pensiones. Y es que, de la misma forma que no poseer conocimientos financieros nos impide conocer qué efecto tiene una subida de los tipos de interés o el Euribor en las condiciones de nuestra hipoteca, tampoco podemos establecer estrategias para planificar nuestras finanzas y desarrollar herramientas para alcanzar aquello que tanto añoran algunos: la libertad financiera.
En este sentido, y aunque pueda parecernos, como decía, que estamos exagerando los efectos derivados de esta situación, el no poseer conocimientos en materia económica nos lleva en muchas ocasiones a tomar peores decisiones en lo tocante a nuestras finanzas y a nuestra economía doméstica, a padecer el deterioro de nuestro rendimiento financiero o de nuestros ahorros por desconocer los efectos de un fenómeno tan destacado como la inflación, o a no tomar medidas que protejan nuestro capital ante semejante perjuicio.
Además, cabe destacar la importancia de una buena planificación para la jubilación. En muchas ocasiones, cuando uno comienza a ahorrar y a elaborar una estrategia financiera, ni sabe por donde empezar ni cómo escoger la persona que mejor puede asesorarnos. Esto, teniendo en cuenta una situación en la que, como ocurre en el caso de España, las pensiones presentan elevados problemas de insolvencia, debería hacernos pensar sobre lo que comentamos a lo largo del artículo. Tomemos un momento para imaginar un escenario contrafáctico en el que las pensiones se tornan insostenibles y los ciudadanos no contamos con ningún plan privado para garantizar nuestro subsidio durante la jubilación.
Y es que, tanto la depreciación de nuestro capital por el efecto inflacionario como la incapacidad de establecer estrategias que nos permitan diseñar nuestro futuro financiero, además del pago de intereses por el hecho de desconocer el efecto de una subida de los tipos de interés por parte del Banco Central, son algunas de las muchas situaciones que pueden darse en nuestro día a día. Por el simple hecho de no poseer conocimientos en materia económica, muchos españoles son incapaces de reaccionar adecuadamente por sí mismos. Resulta muy llamativo, a la vez que desesperanzador, que sólo un 40% de los españoles encuestados en el estudio sepa realizar correctamente algo tan simple, y a la vez de obligatorio durante el resto de su vida, como es la declaración de la renta.
En conclusión, es momento de actuar. Ante una situación como la que se avecina, no podemos seguir tomando decisiones tan importantes sin siquiera conocer las premisas básicas para adoptarlas. Y es que, si algo nos ha enseñado la pandemia, además de que todo en esta vida es posible y que de la noche a la mañana todo puede cambiar, es que el conocimiento es, junto al tiempo, el más valioso recurso con el que contamos para afrontar cualquier escenario que se presente.