Esa pregunta dirigida a mi marido (o viceversa) puede ser un agobio para muchos, pero formó parte de nuestra vida durante un tiempo hasta que adoptamos el hábito de apuntar inmediatamente todo gasto que implicaba un pago en efectivo.
La inmensa mayoría quiere ahorrar; de hecho, el principal problema con el ahorro no es que no se quiera, es que no se puede.
Pues hoy vamos a hablar de comportamientos que facilitan el ahorro. Porque no basta con desearlo, hay que actuar.
Ver de dónde partimos
La mayoría de la gente piensa en «dinero que sobra a final de mes» cuando hablamos de ahorro. Más adelante explicaré por qué no creo que eso sea una buena forma de verlo, pero aceptémoslo por ahora.
Si yo quiero que me sobre una cantidad de algo, lo primero que tengo que saber es «adónde se me está yendo ese algo». Esta idea vale para optimizar cualquier recurso, sea tiempo («es que no tengo tiempo para nada») o dinero. Y aquí entra en juego el apuntar en el Excel que mencionaba al principio del artículo.
No se trata de crear un presupuesto. No es decir «a comer fuera le dedicaré 200 € este mes». La idea es apuntar el gasto una vez se ha producido para entender en qué gastamos nuestro sueldo.
Esto será muy fácil en las domiciliaciones o pagos con tarjeta; no tendremos más que ir a nuestro banco online y pasar los movimientos a nuestra hoja de cálculo. Es en los pagos en efectivo donde es recomendable tener el hábito de apuntarlo rápidamente en el móvil para que no se nos olvide. Así podremos identificar esas cosas que, aun sin ser esenciales, nos aportan mucho (en forma de entretenimiento, satisfacción, etc.) y otras que tampoco son esenciales y en realidad no nos aportan tanto, y en las que quizá gastamos por inercia. Esto, lógicamente, es algo muy personal; un gasto en videojuegos puede ser de la primera categoría para una persona y de la segunda para otra.
Y de esta forma, vemos de dónde partimos en nuestro camino hacia el ahorro.
Apuntar los gastos puede tener otros beneficios que descubriremos al empezar a hacerlo; por ejemplo, en mi caso uno de ellos es poder tener un buen resumen de mi año mirando esa hoja de cálculo, y desde hace unos cuantos años tengo como hábito revisarla a finales de diciembre. Los gastos que hacemos son un buen registro de nuestra actividad.
Pues el registro de nuestros gastos durante, por ejemplo, un trimestre, es nuestro punto de partida. Debemos tener en cuenta que hay gastos anuales que se escaparán a ese registro trimestral, pero aun así es un buen indicador.
Para aumentar nuestro ahorro, nuestro superávit, nos enfrentamos a una decisión muy simple de plantear, pero no tanto de ejecutar: aumentamos ingresos, recortamos gastos, o las dos.
En este artículo nos vamos a centrar en la segunda opción, así que toca analizar esa hoja de cálculo y revisar dónde podríamos recortar. Se trata de hacer un ejercicio de introspección y evaluar de verdad cuánto nos aportan los gastos no esenciales. Quizá descubramos que no nos importa tanto reducir o eliminar algunos; sobre todo, cuando empecemos a ver los beneficios de hacerlo.
En cuanto a los gastos esenciales, son por supuesto más complicados de reducir, pero tampoco es imposible. Ahorrar es tan importante que en según qué circunstancias bien puede justificar una mudanza a un municipio con menor coste de vida, por ejemplo.
Objetivo definido, empecemos a pre-ahorrar
En este momento ya tendremos un objetivo definido, una cantidad mensual que querremos ahorrar. Conviene no ser demasiado exigentes con nosotros mismos en este punto. Si yo no estoy en buena forma física y para empezar a ponerme pretendo hacer 50 flexiones diarias, abandonaré en seguida por la frustración. Por tanto, no tiene sentido imponernos un régimen de gasto muy estricto que no podremos cumplir a largo plazo.
Por otro lado, tampoco debemos irnos al otro extremo del péndulo y considerar siempre que cada céntimo que gastamos es imprescindible. Pensemos una cosa: si nuestro sueldo nos da para cubrir nuestras necesidades y no podemos ahorrar nada, querría decir que casualmente nuestro empleador nos paga aquello que necesitamos para cubrir esas necesidades. Qué suerte, ¿no? Obviamente, no es suerte, sino que tendemos a adaptar nuestro gasto a nuestros ingresos. En la mayoría de los casos una subida de sueldo implica una subida de gasto. Es esta tendencia la que debemos intentar combatir, y es poderosa.
¿Qué pasaría si nuestros ingresos disminuyeran en 100 € al mes?
Pues con todas estas ideas en la cabeza, definamos ese objetivo de ahorro mensual.
Ahora querría rescatar esa idea mencionada unos párrafos atrás que alude a mi desacuerdo con que el ahorro es aquello que «nos sobra» a final de mes. Lo ideal es que el ahorro se convierta en ahorro al principio, como bien dicen autores como Luis Pita o José Trecet, que hablan de «preahorro» y de los que podemos encontrar charlas en el canal de YouTube de Value School.
Así, nada más cobrar nuestro sueldo separaremos la partida destinada a ahorro y dedicaremos el resto a nuestros gastos habituales.
Pensamientos que facilitan el ahorro
Es muy fácil escribirlo, no tanto hacerlo. Tener algo como el comercio online, en lo que podemos comprar casi cualquier cosa con dos clics no ayuda, desde luego. Además, parece que se han reforzado las ideas del carpe diem, la búsqueda de la recompensa inmediata y la asociación entre la felicidad y las posesiones materiales.
Como con tantas otras cosas, donde tenemos que trabajar es en nuestra cabeza. Estos son algunos pensamientos que a mí me han ayudado a contener mis impulsos gastizos:
Y esto, ¿cuánto tiempo de trabajo me cuesta?
Especialmente relevante para gastos grandes. Nuestro sueldo es la compensación por unas horas que hemos invertido en producir un resultado, así que no es difícil hacer la conversión entre dinero y horas.
¿Me aporta realmente? ¿Hago esto porque yo quiero o por inercia o presión social?
¿Cómo me voy a sentir luego?
Voy caminando por la calle y de pronto veo una tienda de crêpes. ¡Me apetece muchísimo uno con Nutella! En los 3 minutos que tarde en comérmelo lo voy a disfrutar, pero ¿cómo me voy a sentir después considerando no sólo la «clavada» de dinero sino las calorías?
Antes de ver la tienda, en mi cabeza ni existía el deseo de un crêpe, eso también me tiene que hacer pensar.
Por supuesto, el tema está en encontrar el equilibrio y habrá veces en que me coma el crêpe (seguramente casero).
Ahorrar es como comprar tiempo para mañana
Más arriba decía que debíamos conocer qué cosas y qué gastos nos aportan satisfacción y cuáles no. Otro ejercicio «interior» que debemos hacer es conocer nuestros valores u objetivos vitales. Para mí el disponer de mi tiempo ocupa un lugar importantísimo. Y el ahorro, como condición necesaria para la inversión, es un componente fundamental para aumentar el control sobre mi tiempo.
Hay quien me diría que esos 6 € del crêpe que me apetecía no representan apenas nada en mis objetivos de ahorro. Sin embargo, precisamente porque es un deseo «pequeño» en cuanto a coste, puede ser increíblemente recurrente. Ahora me apetece un crêpe y luego ir al cine. Y mañana me apetece una camisa y pasado un videojuego.
Yo veo cada gasto como una reducción de ahorro, lo que no impide que gaste en ocio cuando lo que me va a aportar merece la pena. Simplemente, hago que mis gastos tengan que pasar ese pensamiento-filtro.
Hay que construir ganas
Hace años comía todo lo que me apetecía y cuando me apetecía. No tenía problemas por merendar un miércoles media tableta de chocolate. Desde hace tiempo he limitado mi consumo de dulces a dos días por semana. Y los disfruto mucho más.
Si nos tratamos a nosotros mismos como a niños caprichosos gastando en todo aquello que a nuestro cerebro se le ocurre y podemos permitirnos, no lo valoraremos igual que si dosificamos nuestros «premios».
Debemos aprender a contenernos y a obtener satisfacción también de la expectativa de la recompensa cuando ésta no es inmediata.
Algo que puede ayudar a algunas personas es tener un dinero reservado cada mes para ocio o caprichos. Y cuando se acabe, se acabó hasta el mes siguiente.
Todo esto que he explicado aquí no me cuesta esfuerzo porque forma ya parte de mis hábitos automáticos. La clave es encontrar aquello que te ayude a ti y ser constante, respetar tu palabra si te dices a ti mismo que empezarás a aplicarlo.
Los beneficios y la satisfacción al ver que nuestros ahorros van aumentando servirán también como refuerzo para apuntalar estas nuevas prácticas.
¡Ánimo! Merece mucho la pena.
Foto de Vlada Karpovich