Psicología de la inversión
Básico

Lo que te ha impedido hasta ahora empezar a invertir ya tiene solución

Aunque racionalmente mucha gente entiende que invertir es bueno para su dinero, un obstáculo habitual es no saber cuándo ni cómo hacerlo. Si esa es tu situación, esto te interesa.

Cuándo y cómo son dos grandes preguntas que nos hacemos en relación con muchos temas. El caso de invertir no es distinto. Aunque racionalmente mucha gente entiende que invertir es bueno para su dinero, un obstáculo habitual es no saber cuándo ni cómo hacerlo. Si esa es tu situación, esto te interesa.
Antes de invertir, deberíamos reflexionar sobre nuestra Salud Financiera:

  • ¿He pagado toda mi “deuda cara”? Por ejemplo, una tarjeta de crédito con saldo deudor.
  • ¿Tengo un colchón para emergencias? Idealmente, de 3 a 6 meses de ahorros guardados para una posible adversidad en el camino.

 

Estos son los primeros dos pasos que debemos dar antes de lanzarnos a invertir.

 

¿Cuándo es el momento ideal? 

Es muy fácil perderse en la vieja trampa de la “parálisis por análisis”, ya que el mercado financiero tiene una densidad y profundidad de información gigantescas. Por eso alguien inexperto puede sentirse inseguro ante su primera decisión de inversión. Igual que en muchas otras circunstancias de la vida, el “momento ideal” para empezar a invertir nunca va a aparecer, ¿Acaso hay un momento ideal para casarse? ¿Y para tener hijos? Si nos pusiéramos a analizar todos los factores y cada pieza de información, probablemente diríamos siempre que no.

Por ello, el momento ideal para empezar a invertir es AHORA. Da igual cuando empieces, esté el mercado barato o caro, la clave de invertir es hacerlo ya y sistematizarlo de cara al futuro. Una persona que invierta 50€ al mes empezando hoy tendrá grandes ventajas sobre otra que invierta una suma más importante de golpe en el futuro.

Una vez que empecemos el proceso inversor, el miedo nos acompañará y hará que pongamos en duda nuestra decisión de invertir.  Nosotros mismos (más específicamente, nuestras emociones) nos volveremos nuestro mayor enemigo. Una de las mejores formas de vencerlas es automatizando una inversión recurrente todos los meses. ¿Por qué? Porque no solo crearás un hábito de ahorro constante, sino que habrás eliminado una de las partes más importantes de la ecuación: esa emoción que te frena, tu propio miedo.

Gracias a lo anterior pronto disfrutarás de las ventajas de nuestro querido amigo el interés compuesto (intereses que producen intereses); en otras palabras, habrás echado a rodar mucho antes una bola de nieve que se hará más grande durante más años, puesto que el dinero que vayas ganando también estará generando dinero.

 

¿Realmente es así de fácil y no hay un momento perfecto? 

Es más importante empezar que acertar. Nadie empieza en algo siendo un experto. Un experimento comparó carteras creadas con activos seleccionados por los mejores bancos y expertos de Wall Street contra carteras de activos elegidos por un mono (sí, un simio), es decir, de forma totalmente aleatoria. Esto se menciona en un libro en 1973 de Burton Malkiel donde el autor asegura que los monos pueden hacer el mismo trabajo que los expertos, lo cual fue refutado en 2012 con la triste noticia de que Malkiel estaba equivocado. ¡Los monos eran capaces de hacerlo mucho MEJOR!

¿Debemos comprar un mono-broker en la tienda de animales más cercana? No. Simplemente, tomemos este experimento como la prueba de que es un disparate pensar que sólo los expertos que pasan doce horas al día mirando ocho pantallas a la vez ganan dinero invirtiendo.

 

¿Por dónde empezamos?

Esta es la parte más fácil. Hay cientos de formas de empezar a invertir con muy poco capital. Hay servicios online y aplicaciones que lo ponen muy fácil. Todos estos servicios de inversión se rigen por la normativa llamada Mifid II que obliga a que todo cliente pase por un test en que se establezca su nivel de “tolerancia al riesgo”. Después de contestar unas preguntas se nos propondrá una “cartera modelo” que podemos tomar o modificar. Esta propuesta es simplemente el producto con el nivel de riesgo más idóneo según nuestras respuestas al test.

 

Hablemos del “perfil inversor”

Es lógico pensar que una persona casada con hijos y a diez años de jubilarse tendrá un “perfil inversor” muy distinto a otra que acaba de empezar a trabajar y tiene cuarenta y cinco años por delante antes de la jubilación. Por definición, la persona más mayor se situará en inversiones de menor riesgo, por ejemplo, con una proporción de renta fija mayor que el joven. La razón es relativamente sencilla: la persona más mayor tiene menos tiempo para recuperarse de posibles fluctuaciones en el valor de su cartera en un mercado bajista. Aquel dicho de “a mayor riesgo, mayor rentabilidad” está muy alineado con esto que acabamos de explicar.

En un mundo “ideal”, si empezamos a invertir con veinticinco años con un horizonte temporal hacia la jubilación, es decir, unos cuarenta años por delante, iremos reduciendo el nivel de riesgo en el que estamos dispuestos a incurrir según va pasando el tiempo. De forma que empezaremos más expuestos a renta variable e iremos reduciendo esta exposición gradualmente a lo largo del tiempo.

Además, empezando temprano y en productos de mayor exposición a renta variable tenemos la posibilidad de engordar la bola de nieve más rápido, lo cual potenciará el crecimiento de nuestro capital a largo plazo.

 

¿Cuáles son los próximos pasos? 

Invertir una cantidad de dinero de forma periódica es la clave para construir un patrimonio. Esto tiene nombre: “dollar cost averaging” (DCA, en inglés, o “promediar el coste de las participaciones”, en español). Sabiendo que cada semana o mes (¡o día!) vamos a aportar capital a nuestra cuenta de inversión, vamos a conseguir promediar los costes de entrada en el mercado, es decir, si un día compramos más caro, otros días habremos comprado más barato y nuestro precio de entrada medio quedará compensado. Si, por el contrario, decidimos esperar para invertir una suma de golpe, más nos vale acertar con el momento en que elegimos poner ese dinero a trabajar.

Automatizar el proceso y mirar el largo plazo es la mejor solución y la forma más rentable de hacer crecer nuestro patrimonio.

 

Foto de Sebastian Voortman en Pexels

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