Escuela austríaca
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La escuela austriaca en pocas palabras

La Escuela austriaca ha apuntado consistentemente al hecho de que instituciones como dinero, estados y mercados han aparecido sin planificación, sin ningún propósito centralizador y sin fuerza.

Por Eugen-Maria Schulak y Herbert Unterköfler. (Publicado el 9 de marzo de 2011). Traducido del inglés para el Instituto Mises Hispano. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5091[Este artículo está extraído de The Austrian School of Economics: A History of Its Ideas, Ambassadors, and Institutions (2011)]

Después de varios años de trabajos preparatorios y muchas interrupciones, parece una extraña coincidencia que los autores completaran su manuscrito al mismo tiempo que se hacía evidente para todos una crisis global en el sector financiero. Los acontecimientos económicos desde entonces solo parecen confirmar muchas ideas fundamentales de la Escuela Austriaca de economía, especialmente en teoría monetaria y del ciclo económico. Las políticas de bajos tipos de interés durante un largo periodo de tiempo en Estados Unidos junto con un constante aumento en la oferta monetaria y equivalentes del dinero en las naciones industrializadas parecen haber llevado a un sorprendente volumen de malas asignaciones e incontables modelos de negocio insostenibles.

Los intentos de las naciones industrializadas de sofocar la necesidad contenida de corrección a través de la intervención pública llevarán a su vez a una ganancia que será engañosa en el mejor de los casos, pero en ningún caso una solución real. Estas asombrosas intervenciones del gobierno a propósito sin duda no son un accidente. En décadas recientes, los llamados estados del bienestar han entrado en una simbiosis muy cercana con el sector financiero. Ningún otro sector de la economía (salvo tal vez la industria del armamento en ciertos países) las instituciones y el pueblo y la economía están tan íntimamente entremezclados con el estado como en el caso del sector financiero. En años recientes ha sido a menudo posible tener la impresión de que los estados del bienestar podrían estar compitiendo, de las formas más imaginativas y oportunista, con el sector bancario en sus esfuerzos por eludir las reglas básicas que rigen la economía, el dinero y el mercado.

Mientras que los estados del bienestar, con sus crecientes déficits nacionales, han alimentado durante muchos años la ilusión, los bancos e instituciones financieras por un lado han ofrecido financiación para estos déficits. Pero por el otro, y para un público más amplio, han actuado como empresarios de una filosofía de que todo es asequible. De ahí que la crisis, que aún no se ha acercado a su plena magnitud, afectará tanto al sector financiero global como a países concretos más profundamente que todas las crisis que hemos visto hasta ahora.

Basándose en la suposición de que el individuo es el agente económico decisivo y centrando por tanto su investigación sobre las preferencias individuales y el equilibrio intersubjetivo de estas preferencias en el contexto de los mercados, la Escuela Austriaca ha apuntado consistentemente al hecho de que instituciones como dinero, estados y mercados han aparecido sin planificación, sin ningún propósito centralizador y sin fuerza. Han aparecido solo con la interacción humana y de una manera que era por tanto natural, adecuada tanto para los humanos como para la lógica humana. Esta idea básica contradice todas las ideologías políticas y económicas que consideran a esas instituciones como áreas de trabajo para el establecimiento o el desarrollo de actividad autoritaria dirigida a influir e incluso controlar la dirección de las preferencias individuales o su equilibrio intersubjetivo.

Esto significó que durante el periodo de entreguerras en Austria se atacó a la Escuela Austriaca, a veces fieramente, por los partidos políticos tanto de la derecha como de la izquierda. La escuela austriaca no solo se negaba la legitimidad sino asimismo la eficacia de muchas políticas económicas. Además, la escuela siempre se había identificado con una ciencia universal en la que no había espacio para limitaciones nacionales, religiosas o de clase. De forma que incluso representaban una especie de mundo alternativo para muchas de las idiosincrasias del país: se centraba exclusivamente en el individuo y afirmaba que la acción humana basada en las preferencias subjetivas era el punto inicial de investigación, se basaba en una imagen realista de la humanidad que no se ajustaba a los inconcebibles vuelos de la fantasía idealista y por tanto no podía realizarse una explotación política de ella, estaba libre de utopías grandilocuentes, sostenía los principios de la autodeterminación y la no violencia y estaba unida en su crítica fundamental de cualquier intervención monopolística y forzada del estado. Además, generaba una ética altamente erudita que hacía posible la aparición de un discurso inusualmente cosmopolita y tolerante.

Por ello resulta que entre los muchos legados intelectuales de la monarquía austriaca, la Escuela Austriaca de economía fue una de las muy pocas tradiciones que no se vio involucrada en los vicios y culpabilidades en medio de los desórdenes políticos del siglo XX. Las mismas ideologías (tanto de la izquierda como de la derecha) que en el siglo XX causaron tan a menudo derramamientos de sangre y una gran destrucción y miseria, acusaban (con gran imprudencia) a la Escuela Austriaca de ceguera ante las urgentes cuestiones económicas del periodo. Fue asimismo debido a esta perspectiva que la historia y filosofía de la Escuela Austriaca no se incorporaron a la base y el mito de la reconciliación de la gran coalición de la Segunda República.

La Escuela Austriaca en pocas palabras

El Escuela Austriaca de economía, también llamada la Escuela Vienesa de economía, fue fundada por Carl Menger en Viena durante el último tercio del siglo XIX. Desde entonces hasta hoy, su vibrante tradición de enseñanza ha tenido una influencia significativa en la formación y posterior desarrollo de las ciencias sociales y la economía modernas en Europa y Estados Unidos.

En la década de 1930, un cambio general en los paradigmas económicos impulsó a la Escuela Austriaca cada vez más cerca de los márgenes académicos. Esta tendencia se intensificó aún más por la emigración de muchos de los partidarios de la escuela y finalmente mediante la expulsión de los últimos representantes restantes cuando los nacionalsocialistas se hicieron con el poder. Después de la Segunda Guerra Mundial, la atmósfera política de coalición y cooperación a través de los partidos no permitió una restauración de la escuela. Considerada por muchos como la heredera intelectual de las ilustraciones francesa e inglesa y del liberalismo político y económico, se consideró demasiado pasada de moda. La Escuela Austriaca ya no era bienvenida en Austria. Sin embargo, por medio de sus enseñanzas y publicaciones académicas, Ludwig von Mises y Friedrich Hayek fueron más o menos capaces de mantener la tradición en Estados Unidos. Desde la década de 1970 en adelante, ha experimentado un renacimiento como la escuela austriaca moderna de economía.

Hasta 1938, el plan investigador de la Escuela Austriaca se caracterizaba por una asombrosa multitud de diversas, y a veces incluso hasta contradictorias, conclusiones. Sus aproximadamente 40 economistas tenían en común su formación en leyes, sus casi exclusivos historiales como funcionarios de élite o aristocráticos y su empleo en universidades financiadas por el estado, el funcionariado o instituciones como bancos o cámaras de comercio que también tenían estrechos vínculos con el estado. En todo caso, los adalides de la Escuela Austriaca tuvieron mucho éxito social y profesionalmente: cinco fueron ministros del gobierno, muchos ocuparon puestos importantes en el gobierno o en bancos públicos y unos cuantos recibieron títulos aristocráticos.

Todas las ramas de la escuela compartían la convicción de que los sentimientos y acciones subjetivos del individuo son los que dirigen la actividad económica. Basándose en esta convicción, se deducen las explicaciones de fenómenos económicos como valor, intercambio, precio, interés y beneficio empresarial y se expanden paso a paso hasta una teoría coherente del dinero y los ciclos económicos. A causa de su aproximación subjetivista-individualista, los economistas de la Escuela Austriaca consideraban a cualquier tipo de colectivo como no científico en su justificación. Esto llevó a serias discusiones con los marxistas, la escuela histórica alemana y más tarde con los promotores de la economía planificada y el intervencionismo del estado, y también a la solidaridad dentro de la escuela.

En la escuela austriaca moderna de economía, las preguntas relacionadas con conocimiento, teoría monetaria, emprendimiento, proceso del mercado y orden espontáneo se colocan en el trasfondo, son asuntos de los que la antigua escuela austriaca, con notable anticipación, ya se había ocupado con detalle. Este libro trata de mostrar el desarrollo de esta tradición de múltiples facetas, con todas sus ideas, personalidades e instituciones.

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