Ahorro e inversión
Básico

​​Las 3 cosas por las que empezar​

La clave del éxito 

Te voy a dar la fórmula mágica para que triunfes en tus finanzas personales y familiares: ahorra e invierte.  ¡Hala! Ya está.  Te acabo de dar la clave del éxito y ahorrado cientos o miles de páginas de lectura. De nada. El placer ha sido mío. 

Vale, sí, me has pillado. Reconozco que, aunque «ahorra e invierte» contiene la esencia de lo que se debe hacer, la pregunta no es tanto qué hay que hacer sino cómo empezar a hacerlo.    En este artículo te voy a dar algunas ideas y sugerir algunas acciones que te ayudarán a poner en práctica la primera pata de la ecuación.

Pero, antes: ¿eres el elegido? 

Lo primero de todo es saber si vas en serio. Nadie como tú para entender qué motivaciones te han llevado a interesarte por el ahorro y la inversión. «No le intentes vender crecepelo a un calvo». A simple vista podría parecer un mal consejo, pero luego lo entendemos: el crecepelo necesita de pelo para hacerlo crecer. Lo mismo sucede con el ahorro y la inversión: hay un elemento esencial, una suerte de chispa que proviene de uno mismo y que es fundamental para que prenda la llama de la búsqueda de la tranquilidad financiera. 

Buenas noticias: el hecho de que estés leyendo este artículo ya es un indicio de que, efectivamente, sí eres el elegido, Neo. 

1. Conoce tus finanzas personales 

Un paso crucial en tu vida ahorradora e inversora es conocer tu situación financiera. A menos que te ocupes concienzudamente, es muy fácil dejarse llevar por la riada de la vida, con su falta de tiempo, su desidia, su miedo a enfrentar la realidad, su tan socorrida táctica del avestruz…  Uno cobra un sueldo y se lo gasta. La tendencia por defecto es a adaptar el nivel de gasto al sueldo. ¿La solución para evitarlo? Ocuparse concienzudamente. ¿Cómo? Saca papel y lápiz (o un medio digital, preferiblemente) y empieza a anotar tus gastos. Haz un balance al final de cada mes y descubre dónde se está yendo el dinero. 

2. Decide cuánto ahorrar 

Una vez conoces cuánto dinero te entra, cuánto sale, cuánto del que sale es gasto fijo, cuánto es gasto variable, etc., puedes empezar a tomar decisiones. Un objetivo inicial: calcula cuánto es el 10 % de tus ingresos y haz un plan para poder ahorrarlo de manera continuada mes tras mes tras mes.  Si ya lo haces, súbete el umbral al 20 %.  Si ya lo haces al 20 %, fija tú tu próximo umbral. Lo más importante es tener un plan que te motive y rete al mismo tiempo. 

«Es imposible gastar menos» 

Reducir los gastos es algo difícil inicialmente. La primera impresión suele ser que ya nos estamos apretando el cinturón mucho y que no tiene sentido trabajar tan duro todos los días para que apenas nos quede dinero para disfrutar de la vida. 

Sí, esto es así para muchas personas.  No obstante, hay pequeñas cosas que podemos hacer que, para empezar, pueden proveernos de ahorros con los que no contábamos. La idea principal es revisar todos los gastos fijos que descubrimos en nuestro análisis mensual. Hay que estar preparado para coger el boli rojo, ponernos en modo «profesor» y marcar todo lo que no esté en su estado óptimo.  Algunos ejemplos: 

  • Plan de teléfono y datos.   

Acción: ver otras ofertas en el mercado y llamar para que nos igualen las condiciones.   

  • Facturas de energía, tanto electricidad como gas.  

Acción: ver opciones para reducirlas o agruparlas, con la misma u otra comercializadora. 

  • Seguros.   

Acción: revisar el seguro del hogar, el seguro del coche, el de la moto, el de salud, etc.  y revisar si hay mejores opciones. 

  • Créditos.   

Acción: revisar si tenemos algún crédito concedido o estamos pagando algo de forma financiada.  Si es así, ver qué tipos de interés estamos pagando de cada uno, ordenarlos de mayor a menor tipo de interés y trazar un plan para acabar de pagarlos anticipadamente en ese orden. 

Lo que suele suceder cuando llevamos una vida ajetreada es que año tras año nuestros proveedores de servicios van revisando los precios al alza y no solemos estar muy encima porque estamos muy ocupados. Esa inercia nos impide renegociarlos adecuadamente cada año. Por eso, sentarnos y hacer la revisión servicio tras servicio nos va a traer un ahorro importante. Pese a que estas acciones llevan trabajo, si conseguimos bajar los costes será de forma permanente, lo cual nos beneficiará cada año a partir de este momento y, además, «serán gratis», es decir, no notaremos impacto alguno en nuestro estilo de vida. 

En el caso que tengamos créditos de consumo y/o compras financiadas, todo ahorro que consigamos en esta primera fase de revisión de gastos debe ir inmediatamente a eliminar esos créditos. 

Una vez hemos completado las acciones anteriores, si todavía no llegamos a ahorrar el 10 % (o 20 % o el umbral que nos hayamos puesto), deberemos pasar al siguiente grupo de acciones que sí implicarán la privación de algo de lo que disfrutamos en el presente.  Esto es más difícil pero seguro que encuentras cosas que puedes reducir o eliminar con el mínimo impacto sobre tu satisfacción personal.  Piensa que es un pequeño «mal» para acceder a un «bien» superior. 

 3. Crea tu fondo de seguridad 

La inversión conlleva riesgos. No seré yo quien te recomiende meter tu dinero en productos súper-arriesgados, pero incluso la inversión en mercados sólidos y empresas solventes y líderes de sus sectores pasan por mejores y peores momentos, por lo que verse obligado a vender activos en malos momentos puede llevar a perder dinero, incluso aunque hayamos hecho tesis de inversión correctas y hayamos acertado con dónde hemos puesto el dinero. 

Por ese motivo, un concepto clave es formar un fondo de seguridad, fondo de emergencia, colchón, o como quieras llamarlo, que no es más que tener un dinero ahorrado en algún tipo de cuenta muy líquida que nos sirva para cubrir cualquier gasto no previsto sin tener que meter mano a nuestra inversión más «arriesgada». Como digo, una inversión en renta variable, por mucho que sea muy segura, no está libre de vaivenes, por lo que el mayor riesgo no es la inversión en sí sino el tener que liquidarla antes de tiempo. El fondo de seguridad sirve exactamente para evitar esto. 

La manera en que se suele medir ese fondo es en número de meses de gastos que cubre.  Es decir, si mi familia y yo normalmente gastamos 3.000 euros al mes, y tenemos un fondo de 15.000 euros, quiere decir que tenemos un fondo que cubre 5 meses de vida. 

No existe una cuantía óptima del fondo de seguridad, dependerá mucho del perfil de cada ahorrador. Personas de carácter más conservador es posible que quieran cubrir 2 o más años de vida, blindándose ante los peores escenarios. Personas de carácter más atrevido quizás tengan suficiente con 3 meses. Como uno de los peores escenarios es perder el trabajo, habrá personas con mucha seguridad laboral, como es el caso de los funcionarios, que descarten completamente el riesgo de perder el empleo, por lo que no necesitarán un fondo tan grande. 

Como las cuentas corrientes o remuneradas donde tendremos el colchón son, por lo general, menos rentables que nuestra inversión más «arriesgada», querremos encontrar el punto justo entre tener el suficiente dinero líquido para estar tranquilos, pero no tanto como para estar perdiendo demasiada rentabilidad. Es todo un arte, vaya. 

Una vez tengas el buen hábito de ahorrar mes a mes y hayas llenado tu colchón de seguridad, ¡felicidades!  Habrás pasado a la siguiente pantalla. A partir de ahora, el ahorro que generes ya no se quedará en la primera pata de la ecuación, sino que pasará a la segunda: la inversión. Pero esa es harina de otro costal que exploraremos en artículos venideros y en mi canal de YouTube. 

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