Uno de mis primeros acercamientos al mundo de las finanzas personales fue gracias al autor Robert Kiyosaki.
Kiyosaki es tachado de charlatán por muchos y bien podría personificar esta parodia de Pantomima Full sobre el trading («solo quiero que ganes dinero, pero para ello necesito antes tu dinero»). Pero tiene el don de explicar ideas poderosas para que entren en lo más profundo de tu ser y cambien tu paradigma financiero.
Conocer una simple noción contable como la diferencia entre activos y pasivos, puede cambiar toda tu vida financiera y llevarte a la senda de la riqueza. Hablando muy llanamente, la única diferencia entre un rico y un pobre es que el primero atesora activos que le dan dinero mientras duerme, mientras que el segundo contrae pasivos que le esclavizan.
Con esta simple diferencia entre activo (lo que te da dinero mientras duermes) y pasivo (lo que te quita dinero) Kiyosaki muestra cómo la mayoría de la población se encuentra atrapada en la carrera de la rata.
La carrera de la rata es una situación en la que las personas trabajan duro para ganar dinero, pero luego gastan todo lo que ganan. Esto las obliga a seguir trabajando para mantener su estilo de vida, sin poder ahorrar ni invertir para alcanzar la libertad financiera.
Comprender los siguientes cuadrantes te ayudará a tomar decisiones más inteligentes con tu dinero.
Una cuestión de cuadrantes
En su libro El cuadrante del flujo del dinero, Robert Kiyosaki divide el mundo en cuatro cuadrantes únicamente en función de cómo obtienen los ingresos las personas. Pero además de las fuentes de ingresos, cada cuadrante lleva asociado unos comportamientos comunes, unos patrones psicológicos y unos rasgos diferenciados.
El mundo no siempre es blanco o negro. Tiene grises y matices. Una persona puede pertenecer simultáneamente a varios cuadrantes. De hecho, lo que aconseja Kiyosaki para realizar la transición de una forma efectiva es pasar del cuadrante E-A, al cuadrante D y finalmente al cuadrante I.
Vamos a ver cada uno en detalle.
Empleado (E)
Las personas que se encuentran en este cuadrante son aquellas que trabajan para una empresa a cambio de un salario. Son el grupo más numeroso de la población y suelen tener ingresos fijos y limitados. Suponen más del 70 % de la gente. Esto tiene su lógica, ya que al ser los empleados la base de la pirámide, se asegura la estabilidad financiera de toda la comunidad. Una sociedad de personas donde la mayoría están dispuestas a arriesgar, crear negocios o vivir de las inversiones no sería sostenible desde el punto de vista antropológico.
Las personas de este cuadrante se sienten atraídas fuertemente por la palabra «seguridad». La incertidumbre no les hace felices; la certidumbre, sí. La posibilidad de perder su empleo les produce una enorme sensación de miedo. Por esa razón, disfrutar de seguridad y estabilidad es a menudo más importante para ellas que la posibilidad de ganar más dinero.
Los empleados pueden ser consejeros de empresas, directivos, ingenieros, médicos, personal de limpieza o de mantenimiento. No se trata de las tareas que desarrollan, sino del acuerdo contractual empleado-empleador.
Autoempleado (A)
Las personas que se encuentran en este cuadrante son aquellas que trabajan por su cuenta, pero siguen siendo dependientes de sus propios esfuerzos para generar ingresos. Suelen tener ingresos más altos que los empleados, pero también tienen más responsabilidades y riesgos. El clásico profesional autónomo español.
Desean ser «sus propios jefes» y no les gusta que sus ingresos sean fijos y dependan de terceros. Las personas del cuadrante A tienen almas ferozmente independientes y suelen ser mucho más perfeccionistas con el trabajo que desarrollan.
Su independencia, la libertad para realizar las cosas a su manera y el respeto de los expertos de su campo, son mucho más importantes que solo el dinero.
Dueño de negocios (D)
Las personas que se encuentran en este cuadrante son aquellas que dirigen sus propios negocios. Son los que tienen el mayor potencial de generar ingresos, pero también son los que corren más riesgos.
Normalmente son perfiles que les gusta rodearse de personas inteligentes de las cuatro categorías (E, A, D y I). Al verdadero D le gusta, y tiene la capacidad, de delegar en otras personas.
Algunas de las habilidades que se aprenden en este cuadrante incluyen: leer estados financieros, marketing y mercadotecnia, ventas, contabilidad, administración, producción y negociación.
Aquí Kiyosaki nos advierte de que una persona en el cuadrante D, que es imprescindible en el desarrollo diario de su negocio, es en realidad un falso A.
Se trata de crear un sistema, una cultura corporativa, una forma de trabajar que funcione aunque nosotros no estemos. Si esa persona no puede irse de vacaciones un mes sin mirar el móvil todos los días, desde el punto de vista de los cuadrantes, estaría más cerca de un autoempleado que de un D.
Inversor (I)
Las personas que se encuentran en este cuadrante son aquellas que invierten su dinero para generar ingresos pasivos. Son los que tienen el mayor potencial de alcanzar la libertad financiera, pero también los que requieren más conocimiento y experiencia.
Ganan dinero con su dinero. No tienen que trabajar porque su dinero está trabajando para ellos. Y aquí ya no hablamos de dinero. Hablamos de riqueza y activos. Este es el cuadrante de los ricos. Para que sea sostenible, únicamente puede estar aquí menos del 10 % de la población. De lo contrario la estructura de la sociedad caería como en el cómic Astérix, Obélix y compañía.
Dónde está y dónde no está la libertad financiera
Hemos clasificado a toda la gente únicamente cuatro cuadrantes según su obtención de ingresos y la percepción que tienen del riesgo. Pero, como hemos dicho antes, una persona no tiene por qué pertenecer exclusivamente a un solo cuadrante. Por ejemplo, puede ser 60 % un E, un 30 % y un 10 % un D. Uno puede diversificar entre cuadrantes.
¿Por qué hacemos esta diferenciación y qué sentido tiene pertenecer a los cuadrantes D e I?
A estas alturas del artículo estoy seguro de que habrás sabido anticipar de qué va esto. Y no todo consiste en dinero, sino en tiempo. Los cuadrantes E y A son personas que ganan dinero con su tiempo. Como su tiempo es limitado, sus ingresos también son limitados. Pueden ganar más o menos dependiendo de su posición laboral. Pueden ser pobres, ricos o muy ricos. Pero al final intercambian su bien más preciado y efímero (sus horas trabajadas y su tiempo) a cambio de dinero.
Volviendo a los cuatro cuadrantes, Kiyosaki hace otra clasificación según el eje X y el eje Y.
El eje horizontal (X) del cuadrante representa la dependencia del trabajo. Las personas que se encuentran en el lado izquierdo del cuadrante son más dependientes de su trabajo para generar ingresos, mientras que las personas que se encuentran en el lado derecho son menos dependientes.
El eje vertical (Y) del cuadrante representa el control que las personas tienen sobre sus ingresos. Las personas que se encuentran en la parte superior del cuadrante tienen más control sobre sus ingresos, mientras que las personas que se encuentran en la parte inferior tienen menos control.
Robert Kiyosaki nos dice que para ser ricos y alcanzar la libertad financiera necesitamos pasar a los cuadrantes de la derecha, es decir, convertirnos en dueños de negocios o inversores. Se trata de disociar los ingresos obtenidos de nuestro tiempo empleado. El tiempo tiene un tope máximo (24 horas al día sin contar las horas de sueño, el cuidado de los niños y el tiempo necesario para mantener una buena salud). Si consigues obtener ingresos sin dedicar a ello tiempo (o poco tiempo) estarás más cerca de alcanzar la ansiada independencia financiera.
Vienen tiempos de incertidumbre. No deposites todo tu futuro financiero en un solo cuadrante. El riesgo latente es demasiado alto. Diversifica entre cuadrantes. Construye activos como si fuesen piezas de LEGO. Desarrolla habilidades. Sigue aprendiendo, creciendo y formándote. Invierte en educación financiera. Aprende los básicos de la inversión. Arriesga de vez en cuando. Comete errores. Saca lecciones de ellos. Empieza pronto. Capitalízate compuestamente. Y por encima de todo: disfruta del proceso.
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