Fisher define en este libro el arte de invertir como la capacidad para hacer las preguntas correctas sobre una empresa.
Esas preguntas decisivas, que él concreta en 15 puntos de gran valor, revelarán la realidad de la empresa con relación a cuestiones clave como: producto, ventas, investigación, beneficios, personal, directiva, costes, ventajas competitivas, necesidades de capital, honestidad, transparencia e integridad. Entre todas, destaca la que él concibe como la gran pregunta: ¿Qué es lo que están haciendo ustedes que la competencia todavía no hace? La empresa que se hace siempre esta pregunta no se vuelve nunca complaciente. Nunca queda rezagada. No carece nunca del alimento intelectual para mejorar su futuro. Esas preguntas ponen de manifiesto la incapacidad del inversor medio para valerse por sí mismo. Porque en realidad, el trabajo del inversor es tan especializado y exigente, que una persona no tiene más razones para ser su propio inversor que las que tiene para ser su propio abogado, médico o mecánico. Por este motivo, el inversor medio debe buscar un asesor con experiencia y honestidad. Y debe obtener de él su concepto básico de la gestión financiera, para aceptar sólo a aquél que coincida con su propia visión del asunto. En inversión, es más importante tener un buen sistema nervioso que una buena cabeza, porque son precisamente los tiempos de volatilidad y de mercado los que acaban suponiendo una gran oportunidad para comprar y aumentar la calidad de la cartera. El momento para vender, por el contrario, se dará cuando se haya cometido un error en la adquisición original; cuando la empresa ya no se ajusta a los 15 puntos exigidos; o cuando podemos sustituirla por otra más rentable.
Este libro nos enseña que si el trabajo se ha hecho correctamente cuando se compra una acción, el momento de venderla es casi nunca.
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