Cuando, a los 50 años, descubre que el trabajo no le deja tiempo para ver crecer a sus hijas, Peter Lynch se retira de la gestión activa y escribe este libro. Lo hace porque “seguimos siendo un país de bonistas”, y quiere volver a intentar convencer al lector de que es mejor comprar acciones, es decir, invertir en negocios.
Para hacerlo, cuenta su experiencia con naturalidad, enriqueciéndola con reflexiones y principios cargados de humor, profundidad y sutileza. Invita a ignorar el ruido del mundo y las tendencias del mercado; define una estrategia de inversión; da cuenta en detalle de numerosos casos concretos en distintos sectores; e identifica sus propios hábitos de selección de negocios.
Aclara, al fin, algo sencillo y decisivo: qué hace a un negocio rentable. Y prueba que, afinando la atención, las oportunidades de invertir en acciones valiosas a largo plazo aparecen de continuo.
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