Este libro es una investigación y también un lamento sobre el hecho cultural más significativo de la segunda mitad del siglo XX y primera del XXI: la decadencia de la era de la tipografía y el ascenso de la era de la tecnología.
Fue Huxley, no Orwell, quien acertó en su profecía. En 1984, la gente es controlada infligiéndole dolor, mientras que en Un mundo feliz es controlada infligiéndole placer. En la visión de Huxley, que es el mundo en que vivimos, la gente llega a amar su opresión y a adorar las tecnologías que anulan su capacidad de pensar y de sentir.
La política, la religión, las noticias, los deportes, la educación y el comercio se han transformado en simpáticos accesorios del mundo del espectáculo, sin que haya habido protestas o la gente haya sido consciente de ello. El resultado es que somos un pueblo al borde de divertirnos hasta la muerte.