Las inversiones no sólo traen desarrollo, sino también puestos de trabajo. Grecia, después de una larga crisis, necesita urgentemente la llegada de capital inversor extranjero como el enfermo necesita vitaminas para mantenerse en pie.
El primer objetivo de cualquier gobierno deber ser atraer inversores a todos los sectores de la economía. Por este motivo, en esta novela negra, el inspector Kostas Jaritos se encuentra bajo la enorme presión de resolver cuanto antes los asesinatos de inversores extranjeros que vienen sucediéndose últimamente en Atenas.
Las grandes potencias inventan cada día nuevos sistemas de armamento, cuando las únicas armas verdaderamente eficaces son las inversiones financieras. Y en este caso griego, el asesino que busca Jaritos destruye el arma más poderosa de que disponen las grandes potencias: los inversores.