Este es uno los libros más influyentes de entre todos cuantos se han escrito sobre cuestiones económicas. El argumento de Hazlitt es que las intervenciones de los gobiernos solo tienen en cuenta las consecuencias que saltan a la vista, pero ignoran las que no se ven, es decir, solo contemplan los resultados inmediatos, sin preocuparse por las repercusiones a largo plazo, entre las que se cuentan la riqueza no creada o incluso destruida por las regulaciones, la inflación y los impuestos.
La tesis global de este libro es que cuando se estudian los efectos de cualquier medida de carácter económico a implantar, es forzoso que examinemos no solo los resultados inmediatos que su adopción producirá, sino también los resultados a largo plazo; no solo las consecuencias primarias, sino también las secuelas secundarias, y no solo sus efectos sobre un sector determinado de intereses, sino sobre toda la colectividad.
Hazlitt nos invita a diseñar y a enjuiciar las intervenciones económicas bajo dos criterios esenciales: sus efectos a largo plazo y sus efectos indirectos.