Sendas de Oku es un diario de viaje y una lección de desprendimiento. En este libro no pasa nada, salvo el sol, la lluvia, unas nubes, unas cortesanas, una niña, otros peregrinos; no pasa nada, excepto la vida.
Para viajar debería bastarnos sólo con nuestro cuerpo; pero las noches reclaman un abrigo; la lluvia, una capa; el baño, un traje limpio; el pensamiento, tinta y pinceles. En la montaña, a más de veinte cho de altura, hay una cascada. Desde el pico de una cueva se despeña y cae en un abismo verde de mil rocas.
Ante un mundo vertiginoso y lleno de colorido, Basho es un círculo de silencio y recogimiento: manantial, pozo de agua oscura y secreta. Andar de peregrino por lugares perdidos es para él como haber dejado ya el mundo y resignarse a su impermanencia.
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