En el mundo financiero, la gran mayoría se dedica a la locura de la especulación a corto plazo y evita la sabiduría de la inversión a largo plazo. Ignoramos los verdaderos diamantes de la simplicidad y buscamos, en cambio, los ilusorios diamantes de imitación de la complejidad.
La inversión consiste en la propiedad a largo plazo de las empresas; y las empresas se centran en la acumulación gradual de valor intrínseco. Cuando la percepción –las cotizaciones bursátiles intermedias- se aleja enormemente de la realidad –los valores corporativos intrínsecos-, la brecha solo puede conciliarse a favor de la realidad.
En este sentido, la carrera y la vida de Bogle, felizmente condensadas en las ideas recogidas en este libro, ha sido un monumento, no a la brillantez ni a la complejidad, sino al sentido común y a la sencillez, a la extraña capacidad de reconocer lo obvio.