Ahorro e inversión
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​​Tranquilidad financiera​

Tranquilidad financiera. Dos palabras. Se dicen rápido, pero no es algo que se consiga de la noche a la mañana, lleva tiempo. Se consigue lentamente, como cocinar a fuego lento esas lentejas caseras que prepara tu madre los domingos con la excusa de reunir a la familia. 

No conozco a nadie a quien le hables de tranquilidad financiera y no quiera alcanzarla. Pero para cada uno la tranquilidad financiera significará una cosa.   

Y eso va a depender de la relación que cada uno tenga con el dinero, las creencias que tenemos cada uno, esas cositas que nos decían de pequeños y que tenemos grabadas a fuego. Y así… 

Habrá quienes digan que pensar en dinero es un agobio. 

Habrá quienes piensen que hablar de dinero es pensar en todas las facturas que cada mes hay que pagar. 

Otros pensarán que hablar de dinero es de mala educación y lo acabarán convirtiendo en un tabú. 

Habrá quienes piensen que poner tranquilidad y financiera en la misma frase, como que no cuadra. 

Y los más creativos quizá piensen que la tranquilidad financiera es un muñeco en forma de fajo de billetes tumbados en una hamaca, en alguna isla paradisiaca tomando un mojito. 

¿Qué es la tranquilidad financiera para ti?  

Me gustaría que reflexionaras un momento. ¿Qué es la tranquilidad financiera para ti?  

Cada uno tiene su propia idea y es perfecto. 

Para mí, la tranquilidad financiera es un plan a largo plazo en el que lo mejor es empezar cuanto antes. Un plan en el que, si adquieres el compromiso de formarte, de plantearte unos objetivos económicos e implantar los hábitos para conseguirlos, tu situación financiera mejorará. Y ante situaciones de desempleo o bajada de ingresos, tú estarás preparado, tendrás tu plan B. 

En definitiva, la tranquilidad financiera es disfrutar el presente sabiendo que tu futuro está cubierto. Y te puedo asegurar que esto sí que está al alcance de todo el mundo. Y a continuación te diré cómo tú también puedes empezar a construirlo. 

En primer lugar, cuéntate la verdad.  

Debes hacer una foto de tu punto de partida. Necesitas recopilar datos, ya que lo que no se puede medir, no se puede mejorar. Debes conocer cuáles son tus ingresos, tus gastos, tu ahorro y tu deuda, y hacerte una pregunta muy sencilla: «Si hoy dejara de ingresar dinero de golpe, ¿cuántos meses podría vivir con el dinero que tengo ahorrado?». 

En segundo lugar, define tu «para qué».  

El camino del ahorrador e inversor es largo. La tranquilidad financiera no se alcanza de la noche a la mañana, por lo que es importante tener un motor fuerte. Para mí fueron mis hijos. ¿Cuál es tu para qué? 

En tercer lugar, el ahorro como una filosofía de vida. 

El ahorro es muy importante para construir cada etapa de tu vida, pero por sí solo no es suficiente, por lo que una vez tengas tu fondo de emergencia, tengas un excedente y te hayas formado, es importante que des el salto de ahorrador a inversor.  

En cuarto lugar, invierte con sentido común.  

Mi recomendación es que inviertas solo en aquello que entiendas, que busques que las comisiones sean lo más reducidas posible, que diversifiques tu inversión, inviertas a largo plazo el dinero que no vas a necesitar en los próximos 5 o 10 años, y huyas de quien te prometa rentabilidades imposibles.  

En quinto lugar, fórmate. 

Fórmate para aprender sobre finanzas, porque si no te gusta el saldo de tu cuenta corriente, está claro que necesitas aprender habilidades nuevas. Vas a necesitar el dinero durante toda tu vida. Dedica tiempo a aprender las reglas del dinero, cómo ganarlo, ahorrarlo, administrarlo, donarlo y multiplicarlo. 

Fórmate también sobre inversión y para ampliar tu currículum B.  

Por último, monta tu plan B. 

Si solo dependes de un sueldo, tienes un techo y por mucho que reduzcas tus gastos llegará un momento en el que tu margen de maniobra sea cada vez menor. Tienes que aumentar tus ingresos y romper ese techo de cristal.  

Te propongo que lo hagas creando fuentes de ingresos pasivos y ampliando tu currículum B. Tienes que diferenciarte y no hacer solo tu trabajo. Tu afición al deporte, el gusto por la lectura o la restauración, ¿quién sabe?, quizás el día de mañana te permitan ganarte la vida o se conviertan en una fuente de ingresos complementaria a la actual.  

Por lo tanto, mi recomendación es que ordenes tus finanzas, ahorres e inviertas, te formes y, en paralelo a tu trabajo, comiences a crear tu plan B.  

 Foto de nicollazzi xiong

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