Durante años, los defensores acérrimos de la inversión indexada en Estados Unidos han repetido con fervor casi litúrgico: “el mercado siempre sube”. Una fe que ignora los ciclos, los excesos y, últimamente, hasta las señales más evidentes de fatiga. Hoy, sin embargo, hasta el menú del optimismo parece indigesto. Y no es sólo porque las hamburguesas de McDonald’s ya no bajan con la misma facilidad.
La icónica cadena de comida rápida acaba de reportar una caída notable en ventas. No, no es una tendencia vegana masiva. Es que el consumidor estadounidense está perdiendo confianza… y apetito. Cuando hasta el combo del dólar empieza a parecer un lujo, es momento de preguntarse si el famoso “consumo resiliente” no era simplemente una ilusión alimentada por tarjetas de crédito y tipos de interés artificialmente bajos.
Pero el desconcierto no termina ahí. Jeff Bezos, nuestro visionario favorito, ha comunicado su intención de vender acciones de Amazon por hasta 4.200 millones de dólares en los próximos 12 meses. Naturalmente, esto es solo una casualidad, un simple rebalanceo de cartera personal. Porque si alguien conoce el futuro brillante de su empresa es el fundador, ¿verdad? Que decida vender justo ahora es, por supuesto, pura coincidencia.
En Cupertino, la ciudad californiana donde Apple tiene su sede, la compañía también enfrenta su propia travesía arancelaria: 900 millones de dólares en sobrecostes, cortesía de las tensiones comerciales. Eso sí, tranquilos, el próximo iPhone vendrá sin cargador, sin botones… y con margen del 40%.
Y mientras tanto, los mercados dan señales de que la gran rotación ya ha comenzado: más de 15.000 millones de dólares han salido de fondos de renta variable estadounidense, buscando refugio en Europa y Asia. Porque hasta los inversores institucionales, esos eternos creyentes del “buy and hold”, parecen haber entendido que sostener la bolsa norteamericana con fe y ETFs ya no basta.
¿Y qué pasa con las tecnológicas? Algunas han presentado resultados más que aceptables. Pero ojo: eso no ha solucionado el problema central. La sobrevaloración estructural del sector sigue intacta. El Nasdaq se mantiene en niveles que históricamente han precedido correcciones serias. Las expectativas de crecimiento están descontadas varias veces, como si la IA fuese a imprimir dinero literal mañana por la mañana. La narrativa es brillante, sí. Pero los múltiplos también lo son… como lo fueron en el 2000.
Así que sí, sigan comprando el índice. Total, siempre sube. No importa que el consumidor se frene, que los fundadores vendan, que las grandes paguen más por producir lo mismo o que el dinero fluya hacia otras latitudes. Porque el mercado siempre tiene razón. Hasta que deja de tenerla.