En este clásico de la inversión, Peter Lynch nos ofrece las ideas clave que necesita un inversor para actuar con inteligencia y sensatez.
Por mucho que cambie todo en apariencia, debemos seguir comprando acciones de negocios comprensibles, cuyos resultados dependan de los viejos fundamentales: una empresa que funciona accede a nuevos mercados, suben sus beneficios y el precio de su acción sube también. En este sentido, es esencial recordar que detrás de cada acción, hay una empresa. Y que las empresas pueden ir mejor o peor. Si tenemos en cartera buenas empresas que aumentan sus beneficios, nos irá bien. En última instancia, invertir en bolsa es un arte, no una ciencia. Y la lista de cualidades para hacerlo debe incluir la paciencia, la autoconfianza, la tolerancia al dolor, la apertura de mente, el distanciamiento, la persistencia, la humildad, la flexibilidad, la disposición a realizar investigaciones independientes, idéntica disposición a admitir errores, y la capacidad de ignorar el pánico alrededor. Por último, es crucial la capacidad de resistir la naturaleza humana y las reacciones instintivas. No tiene sentido intentar predecir los mercados. Lo sensato es concentrarse en comprar empresas excelentes, sobre todo cuando están infravaloradas y no se les presta atención. Empresas que sean sencillas, aburridas, que los analistas no sigan, que pasen por algún problema temporal y cuyo producto suponga una necesidad continua para el cliente. Si podemos evitar un valor en concreto, ése sería el valor más de moda en el sector más de moda, el que recibe la publicidad más favorable, el que todo inversor oye mencionar a sus acompañantes en el coche. Además, conviene tener muy presente la importancia definitiva de los beneficios en el análisis de una empresa. Esto puede comprobarse en cualquier gráfico que incluya una línea de beneficios junto a la del precio de las acciones. Cualquiera comprobará que gráfico tras gráfico, ambas líneas se mueven en paralelo, y que, si la línea del precio se aleja de la de los beneficios, tarde o temprano vuelven a alinearse. Y, por último, antes de comprar una acción, es preciso poder hacer un monólogo de dos minutos acerca de los motivos por los que nos interesa esa empresa, los acontecimientos que tienen que darse para que funcione bien y los problemas que acechan en el camino. El mejor momento para comprar esa acción es cuando, cumpliendo todas estas premisas, nos hayamos convencido de haber encontrado un buen producto a buen precio.
En este libro de feliz lectura aprendemos que prestando atención a la realidad inmediata que nos rodea y preguntando todo lo que no sabemos, podemos acabar componiendo la historia real de una empresa. Y si esa historia nos gusta, podemos comprar sus acciones y ser parte de ella.
Resumen
Vídeo