Este valioso libro es una conversación: consiste en una selección de las mejores declaraciones de Hayek sobre el desarrollo de sus ideas y sobre los hechos más importantes de su vida.
Frente a la
fatal arrogancia del socialismo, que le conduce a intentar diseñar y controlar el destino de las sociedades, el mercado prevalecerá, por mucho que haya de sumergirse temporalmente. Porque el mercado, el orden espontáneo de las instituciones sociales, no precisa imposición ni justificación: se trata de la vida misma, y basta con esperar, pues las murallas artificiales siempre acaban por derrumbarse. Esto es así porque resulta imposible predecir las respuestas de los hombres a los cambios en los sistemas económicos y sociales. Y sólo la evolución de los órdenes espontáneos como el mercado libre hace posible la diversidad de adaptación a circunstancias cambiantes. Por este motivo, la tarea potencial de una autoridad estatal queda notablemente reducida en la visión económica y política de Hayek: la cantidad de información utilizable por las autoridades es siempre muy limitada, y el mercado hace uso continuamente de una cantidad de información infinitamente mayor y más dispersa de lo que una autoridad puede asumir. El economista clásico supone que los datos le están dados, pero eso es una ficción. Para los austriacos es evidente que los datos no están dados a nadie.
Para Hayek, limitarse, como hacen algunos budistas, a un profundo respeto por la existencia de estructuras de orden en el mundo, admitiendo no poder entenderlas ni interpretarlas en su totalidad, es la mejor actitud posible.
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