En este sentido, todos los intentos que se han llevado a cabo en nuestro país para fomentar el ahorro a largo plazo hasta la fecha han resultado ser claramente insuficientes:
- La reforma fiscal de 2015 de Rajoy puso encima de la mesa la creación del llamado «Plan Ahorro 5». Esta fórmula pretendía animar el ahorro a medio plazo eximiendo del pago de impuestos a cambio de «no tocarlo» en cinco años. Existe la posibilidad de rescate anticipado, pero perdiendo la exención de tributar. Sin embargo, ha acabado siendo un producto muy marginal por varios motivos. Por un lado, se limita enormemente la contratación de productos, lo que le resta atractivo al impedir el acceso a otros productos de mayor rentabilidad. Además, se fija un horizonte temporal obligatorio (cinco años), dejando a un lado la libertad del titular para acortar o prolongar la duración de su plan de ahorro. Por último, las cantidades anuales que se pueden aportar son relativamente limitadas (5.000 € anuales).
- En un entorno eminentemente bancarizado como el español, donde el 90% de la distribución de productos de inversión se hace a través de entidades bancarias, los planes de pensiones no han demostrado ser una alternativa válida para la mayoría de los ahorradores. La baja rentabilidad que han ofrecido históricamente estos productos en gran medida por las altas comisiones que soportan, han provocado que en la práctica casi siempre el principal «beneficiario» de los planes acabe siendo el banco. Algunos intentos tímidos como la ligera rebaja en la comisión de gestión máxima o la posibilidad de rescatarlos a los 10 años no han mejorado sustancialmente su atractivo.
Dada la situación actual de los tipos de interés, que ni siquiera baten a la inflación (tipos de interés reales negativos), parece claro que la alternativa a largo plazo pasa por incrementar el componente de renta variable en las carteras de los ahorradores. Además, el incentivo fiscal al ahorro a largo plazo no debe focalizarse sólo en unos planes de pensiones que deben sufrir mejoras, sino extenderse a otros vehículos de inversión. En este sentido, algunos países de nuestro entorno ya han empezado a tomar medidas.
Uno de los países que han tomado la iniciativa es el Reino Unido, mediante de la creación de las cuentas ISA (Individual Savings Account). Veámoslas.
Las cuentas ISA son cuentas de ahorro individuales libres de impuestos para residentes en Reino Unido. Permiten aportar hasta 20.000 libras anuales (para 2019/20) sin tener que tributar por los rendimientos que se obtengan de dichas aportaciones durante todo el tiempo que se mantenga el dinero en ellas.
Existen varias tipologías de cuentas ISA:
- ISA de efectivo (Cash ISA): cuenta de ahorro libre de impuestos.
- ISA de finanzas innovadoras (Innovative Finance ISA)
- ISA de acciones (Stocks & Shares ISA)
- ISA de por vida (Lifetime ISA)
- Junior ISA para menores de 18 años
Vamos a centrarnos en las tres últimas al ser las que más nos interesan:
- Las cuentas ISA de acciones permiten invertir en bonos (corporativos o gubernamentales), acciones individuales y fondos de inversión con la ventaja fiscal de no tributar por los intereses, dividendos o ganancias patrimoniales que puedan derivarse de dichas inversiones. Las ganancias de ISA crecen libres de impuestos y se pueden retirar en cualquier momento por cualquier motivo sin impuestos ni multas (cumpliendo con las normas individuales del producto).
- Las cuentas ISA de por vida permiten invertir hasta 4.000 libras bonificando el Estado el 25% de las aportaciones realizadas. Dicha bonificación se paga hasta los 50 años del titular y es abonada mensualmente. El traspaso de una ISA de por vida a una ISA diferente antes de los 60 años implicará tener que pagar una penalización por retiro anticipado del 25%.
- Existe también una versión para niños de las cuentas ISA: las Junior ISA. Son una buena opción para aplicar las bondades del interés compuesto a los pequeños de la casa aprovechando su temprana edad. El límite de aportación anual para 2019/20 asciende a 4.368 libras y el dinero aportado no se podrá tocar hasta el cumplimiento de los 18 años. La titularidad de la cuenta es del menor, pero controlada por el apoderado hasta los 16 años.
La asignación de hasta 20.000 libras puede dividirse como se desee entre las distintas cuentas ISA. Además, tienen la ventaja de ser traspasables como sucede con los fondos de inversión en España.
Dado que estas cuentas son usadas como mecanismos de ahorro a largo plazo y gozan de una gran flexibilidad de reembolso desde el punto de vista fiscal, las familias invierten en ellas como complemento o solución alternativa a las pensiones individuales. Se estima que 3 de cada 4 libras en cuentas ISA se hallan invertidas a través de fondos de inversión.
Creo que todos coincidiremos en la gran noticia que supondría la creación de un producto de estas características en nuestro país. Invertir debe dejar de ser algo limitado a unos pocos para convertirse en algo percibido como una necesidad a ser incorporada en los presupuestos familiares de los españoles; necesidad entendida como desplazamiento de consumo presente a consumo futuro.
Pero no podemos obviar que tanto el problema de la cultura financiera como la visión cortoplacista de nuestros gobernantes actúan como frenos en el proceso de democratización de la inversión. Es fundamental que desde los estamentos públicos se estimule, y no se entorpezca el ahorro, que se promueva la cultura financiera de todos, pero especialmente de los jóvenes y de los colectivos más vulnerables, y que los políticos dejen de trasladar las posibles soluciones a las próximas generaciones, evitando la responsabilidad asociada a los problemas que, siendo de solución complicada y sin duda impopular, crecen cual bola de nieve por el mero transcurso del tiempo.
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