El objetivo del inversor emprendedor, al menos en mi caso, es el de encontrar compañías que sean capaces de componer capital a largo plazo. Para mejorar este «olfato» inversor, un buen método es el estudio de la historia de las compounders más exitosas: Heico, Sherwin-Williams, Salesforce, Constellation Software, Mastercard y otras muchas. Estas compañías tienen características especiales que les han permitido tener retornos superiores a largo plazo. Sin embargo, al haber sido «descubiertas», el mercado, al menos en parte, ha reconocido su calidad: el precio de sus acciones va hacia arriba y a la derecha. Esto no significa que no permitan, todavía, superar al mercado, pero en muchos de estos casos, los mayores retornos de la acción ya han ocurrido.
Por lo tanto, el inversor se encuentra con un selecto grupo de compañías que han sido capaces de componer capital y otras muchas cuyos retornos históricos han sido pobres. El problema que se le presenta no es fácil: muchas buenas compañías tienen un precio alto, y otras compañías, aunque baratas, han sido destructoras de capital a lo largo del tiempo.
Ante esto, el padrino de la inversión en valor, Joel Greenblatt, dio una de las principales claves: «Fíjate en el movimiento». Una de las principales fuentes de errores del mercado al valorar empresas son los cambios, el movimiento. Fusiones inversas, OPVs, tracking stocks, oferta de derechos, spin-offs, cambios de directiva, broken-IPOs, turnarounds, adquisiciones especiales y restructuraciones ofrecen una ventana de oportunidad, más o menos breve, donde el mercado quizás no entienda una empresa.
En los años 50 era habitual encontrarse con compañías industriales con un descuento sobre su precio de liquidación. Sin embargo, hoy en día este tipo de situaciones no son muy habituales. Y en caso de encontrarse con una de estas situaciones, es probable que sea una «trampa». Es por ello, que los factores cualitativos han pasado a tener un mayor peso a la hora de invertir.
En este contexto, uno puede elegir ser el analista número diez mil en señalar las virtudes de Amazon. O, por el contrario, puede intentar encontrar las cualidades de grandes empresas en aquellas con menos seguimiento. Si el inversor emprendedor es capaz de hacer esto último con éxito, será premiado de forma espectacular por el mercado.
Hay que recordar que, si una empresa lleva siendo una «microcap» por mucho tiempo, seguramente hay alguna justificación para ello y que la situación no cambie nunca. Por lo tanto, la empresa ideal tendrá dos condiciones: ser una compounder y que, por alguna razón, esa cualidad esté oculta al mercado.
Para encontrar estos diamantes ocultos en el barro, es necesario ensuciarse las manos. Hacer una investigación del negocio y obtener las economías reales del negocio. De esta forma, mientras el mercado se encuentre dubitativo sobre una empresa que no conoce, el inversor emprendedor podrá tener la seguridad de saber lo que está comprando. Cuando el polvo se asienta, lo que no era obvio se vuelve evidente.
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