Warren Buffett es una persona que centra mucho su atención. Se trata de un pensador, un filósofo cuyo objeto de estudio y cuyo reino de maestría es el mundo de los negocios. Ha construido su pensamiento a partir de las mentes más lúcidas que trataron el tema con anterioridad, y ha sintetizado un enfoque absolutamente nuevo basado en esas viejas lecciones. La inversión con perspectiva empresarial es la piedra angular de su filosofía. Para invertir, se hace dos preguntas sencillas: ¿qué comprar? ¿a qué precio? De esto trata este valioso libro: cómo determina en qué empresas quiere invertir y qué precio está dispuesto a pagar.
Buffett divide el mundo de las empresas en dos categorías diferentes: el tipo de empresa commodity, que vende mercancías basándose en el precio y que produce unos resultados inferiores; y la empresa excelente, que posee lo que él denomina un monopolio del consumidor. Buffett busca empresas excelentes, con monopolios del consumidor, tipo Coca Cola o Mac Donalds. Para identificarlas, se pregunta: si usted tiene acceso a miles de millones de dólares y los mejores directivos, ¿puede crear una empresa que pueda competir con éxito con Coca Cola o Mac Donalds? Si la respuesta es un claro no, esas empresas disfrutan de un monopolio del consumidor, determinado por activos intangibles como una fórmula secreta o una marca dominante, con unas finanzas prudentes y con libertad para ajustar los precios de sus productos según la inflación. Por este motivo, Buffett tiene una cartera concentrada. Esto hace que la decisión de dedicar capital a una inversión o no se deba tratar con la máxima seriedad. Las locuras de los demás, generadas por temores y avaricia y concentrados en el corto plazo, le ofrecerán al inversor a largo plazo con perspectiva empresarial grandes oportunidades una y otra vez. En la gran crisis de 1987, cuando todo el mercado se volvió loco, Buffett estaba de pie al lado de ese profundo abismo esperando que alguna empresa de las estaba enamorado bajara de precio.
La clave es esperar. Buffett encontró su religión en Graham: invertir sólo desde una perspectiva empresarial. Pero cuando esta estrategia no le ofrece oportunidades, cuando no puede aplicarse, Warren se retira y espera. Se sienta y espera. Y la realidad es que nunca ha tenido que esperar mucho a que el mercado le ofrezca una oportunidad perfecta para practicar su método de inversión desde una perspectiva empresarial.
Resumen
Vídeo