Jim Rogers escribe este libro para abrir el espíritu de los inversores a las materias primas. Las materias primas nunca han tenido el respeto que merecen. Invertir en materias primas no es más arriesgado que invertir en acciones, y en algunos momentos del ciclo económico, representan una mejor inversión que todo lo demás.
Desde 1984, el autor ha ido seis veces a China. Allí ha visto cosas extraordinarias. Pudo ver el futuro, y éste promete oportunidades sin precedentes para los inversores en materias primas. El nivel de vida de los chinos está muy lejos del de Estados Unidos y del de otros países industrializados del mundo. El país no es más que puro potencial, y una parte de este potencial consiste en un incremento de la demanda económica en recursos naturales y materias primas de toda índole.
China representa un 50% del consumo mundial de cemento; un 30% del consumo de carbón; y un 25% de aluminio. El crecimiento reciente del consumo mundial de mineral de hierro, componente fundamental del acero, se debe esencialmente a China. China tropezará, pero sus 1.300 millones de consumidores no desaparecerán. Los chinos ahorrarán más de un 30% de su renta para invertirla. Millones de empresarios chinos buscarán la manera de crear riqueza. Y los habitantes de las zonas rurales que desean los bienes que disfrutan en las ciudades demandarán mercancías e infraestructuras, y esa demanda reactivará el precio de las materias primas.
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