¿No ha significado desde siempre pensar: aceptar el desafío de que lo desmesurado aparezca concreta y objetivamente ante nosotros? ¿y qué significaría pensar si no se midiera incesantemente con el caos?
Los comienzos reales de la globalización están en la racionalización de la estructura del mundo de los cosmólogos antiguos, que, por primera vez con gravedad conceptual, mejor, morfológica, reconstruyeron la totalidad de lo existente en figura esférica y ofrecieron a la consideración del intelecto esa edificante configuración de orden.
El espacio interior de mundo del capital no es un ágora ni una feria de ventas al aire libre, sino un invernadero que ha arrastrado hacia dentro todo lo que antes era exterior. En esta Babilonia horizontal que es la globalización la condición humana se convierte en una cuestión de poder adquisitivo, y el sentido de la libertad se manifiesta en la capacidad de elegir entre productos del mercado, o de producir uno mismo tales productos.