Para la Escuela Austriaca de Economía, el mercado es un proceso determinado por la acción humana constante. Es por tanto algo vivo, incontrolable, imperfecto e imposible de planificar. Parte de la descoordinación entre oferta y demanda. Y cuando se pregunta cómo coordinarlo, la EAE contesta: con un proceso dinámico de ajuste permanente, que se da con los precios libres, el mercado abierto, la acción humana flexible y la propiedad privada de los medios de producción.
Así, el mercado para la EAE es un proceso civilizatorio. Es una red. Es como un cerebro donde los precios son indicadores de escasez relativa en un sector determinado. Por lo tanto, si el precio fuera fijado por el gobierno, el mercado no podría cumplir su función reguladora de incentivo para la inversión.
Entonces, es el conocimiento, entendido como capacidad de aprendizaje, la clave de la EAE. Bajo precios libres y libre entrada al mercado, esa capacidad de aprendizaje es el gran recurso que tienen los empresarios para interpretar en los precios sus oportunidades de ganancia. Y esa alerta empresarial creativa es lo que lleva a una cierta coordinación, siempre viva y cambiante, del conocimiento disperso.