Invertir en valor implica comprar lo que es seguro y barato. Lo que se refiere al uso de técnicas analíticas que se focalizan en la situación conocida de una empresa –la calidad y cantidad de sus recursos-. Seguro se refiere a la capacidad de supervivencia de una empresa sin ninguna referencia a la volatilidad de los precios de sus acciones. Barato significa un precio de adquisición con un descuento sustancial de lo que valdría la empresa si fuera no cotizada o candidata a ser adquirida.
En inversión en valor, los analistas tienen que saber evaluar las capacidades de gestión y el estado de las tres claves del enfoque equilibrado: calidad de recursos, cantidad de recursos y poder de creación de riqueza a largo plazo. Además, las empresas deben ser evaluadas no sólo como empresas en funcionamiento, sino también como empresas candidatas a ser adquiridas, o como empresas obligadas a participar en otras actividades de conversión de recursos.
La inversión en valor es relativamente poco competitiva. Hay miles de analistas centrados en predecir las perspectivas en el corto plazo y en intentar superarse los unos a los otros. Para el inversor en valor es reconfortante estar por encima de toda esta refriega. Una suposición implícita de esta forma de inversión es que, para sus propios propósitos, el inversor en valor debe saber más que el mercado de la empresa en la que invierte.