Este libro pretende crear más inversores en valor. Más allá de los rendimientos superiores que esta filosofía de inversión ha tenido a largo plazo, la disciplina que exige este tipo de inversión, ampliamente aplicada, debería contribuir notablemente a vacunar a los mercados y a la economía en general de los funestos efectos de las burbujas financieras.
A pesar de los giros en los precios de mercado, algunos negocios tienen un valor subyacente relativamente estable que puede ser determinado con precisión por un inversor diligente, atento y disciplinado. La tarea básica del inversor en valor consiste precisamente en calcular con precisión ese valor intrínseco de un negocio.
La inversión en valor es una disciplina intelectual, pero las cualidades básicas para que el inversor tenga éxito están más vinculadas a su temperamento que a su intelecto. Porque invertir en valor exige análisis, frialdad y paciencia. Hay que esperar a que el señor Mercado nos ofrezca títulos con un margen de seguridad alto. Y una vez comprados los títulos, vuelve a hacer falta paciencia: aunque nuestra evaluación del valor intrínseco sea correcta, con frecuencia el mercado necesitará tiempo para reconocer ese valor.