La energía condiciona y determina todos los aspectos de nuestra vida.
La creencia popular dice que nuestro uso de los combustibles fósiles es una adicción, un hábito destructivo, insostenible y cortoplacista. Sin embargo, el 87% de la energía que la humanidad utiliza proviene de uno de estos combustibles fósiles: carbón, petróleo o gas natural.
Los riesgos y los efectos secundarios de los combustibles fósiles han ido disminuyendo mientras que sus beneficios –energía fiable, barata y ampliable- han llegado a miles de millones de personas. Ésta es la historia secreta de los combustibles fósiles.
Casi nadie en el mundo presta atención a las enormes ventajas de la energía barata y fiable de los combustibles fósiles. Esto es una demostración más de la incapacidad general para pensar con amplitud de miras, es decir, para tener en cuenta todas las ventajas y todos los inconvenientes. En el debate sobre la energía, se omiten dos hechos fundamentales: que los seres humanos, en todo el mundo, necesitamos una cantidad enorme de energía a cada segundo; y que es extremadamente difícil producir esa energía de una forma barata y fiable.