El autor se propone en este libro descubrir cómo podemos encontrar la felicidad y el sentido de la vida, revisando la hipótesis de la felicidad una vez más.
La vida moderna está llena de trampas. Estamos profundamente influidos por lo que los otros piensan de nosotros, y acostumbramos a perseguir objetivos que impresionarán a los otros y elevarán nuestro rango relativo. Nuestra mente se preocupa más por el prestigio que por la felicidad. Sin embargo, la felicidad no es algo que se pueda obtener, encontrar o alcanzar directamente. Hemos de crear las condiciones adecuadas y luego esperar. Como la planta necesita sol, agua y buena tierra para prosperar, las personas necesitamos: amor, trabajo y una conexión con algo más grande que nosotros mismos. Si tenemos éxito en la tarea de fabricar artesanalmente nuestras vidas buscando esta coherencia, la felicidad y el significado acabarán por emerger. Los humanos somos criaturas sociales, y la reciprocidad, como el amor, nos conecta con los otros. Las buenas relaciones hacen a las personas felices. Si queremos predecir cuán feliz es alguien, o cuánto tiempo vivirá, deberíamos averiguar cuáles son sus relaciones sociales. Tener relaciones sociales fuertes enriquece el sistema inmunológico, extiende la vida, acelera la recuperación de una cirugía y reduce los riesgos de depresión y los desórdenes de ansiedad. Somos una especie ultrasocial, llena de emociones finamente ajustadas para amar, ser amigables, ayudar, compartir y entrelazar nuestras vidas con los otros.
¿Qué podemos hacer para tener una vida buena? La respuesta sólo se puede encontrar en la comprensión de la clase de criatura que somos. Somos criaturas sociales que necesitan amor y apego; y somos criaturas industriosas que necesitan ser competentes, capaces de entrar en un estado de compromiso vital con su trabajo.
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