Después de atravesar el país en moto, Jim Rogers da cuenta en este original libro de su visión de China como un país de potencial ilimitado y extraordinarias oportunidades para el inversor.
Durante las tres últimas décadas, China ha ido el país del mundo que ha crecido con mayor rapidez y de manera más sana: sus 1300 millones de habitantes han vivido con un porcentaje de ahorro e inversión del 35%; y han conseguido un 9% de promedio de tasa de crecimiento. Los chinos regresan al capitalismo, y por ese motivo, las posibilidades de inversión en una población que lo tiene todo por hacer y se ha decidido a hacerlo, son tan ilimitadas como el propio país. Lo que pasó en Japón, se ve hoy en China: innovación combinada con trabajo ético, altos niveles de ahorro y grandes compañías. Con todo, China es 25 veces mayor que Japón y posee ahora la clase de ambición e iniciativa que Japón puede que haya perdido. Los ejecutivos chinos trabajan duro, con unos conocimientos y unas relaciones que les permiten producir más con menos. Han estudiado bien las lecciones de lanzamiento de negocios y creación de capital en el mundo entero, y ya producen sin ayuda de nadie. Además, China tiene un capital intelectual en imparable crecimiento. Se trata de una cultura que siempre ha dado el máximo valor a la enseñanza. Así, las universidades chinas producen cerca de 400.000 ingenieros al año. Por otro lado, el país que inventó la pólvora y la imprenta, está buscando de continuo nuevas soluciones en energía y tecnología. Porque China, como un adolescente alimentándose en fase rápido crecimiento, es un voraz consumidor de energía. Se estima que, para atender el rápido crecimiento de su demanda, China necesitará invertir cerca de dos billones de dólares en infraestructuras eléctricas entre 2000 y 2030. Hasta 1990, China era un país que se movía sobre las dos ruedas de las bicicletas. Hacia 2020, se espera que sea el primer productor mundial de coches, con 15 millones de unidades al año. No obstante, hay todavía muchos chinos que potencialmente podrían tener dos coches y ni siquiera tienen uno. De hecho, China tiene todavía apenas 24 coches por cada 100 habitantes. Con todo esto, en este país en vías de modernización, la necesidad de nuevas infraestructuras sólo puede ir en aumento. No hay ciudad china que no proyecte un nuevo centro cívico, carretera, vía de tren, puerto, dique o complejo inmobiliario. Además, China ya es el mayor productor agrícola del mundo. Las iniciativas gubernamentales, los tratamientos más eficaces y un aumento increíble de la demanda interna y de las exportaciones han iniciado una transformación radical del campo chino. Así, con una masa que demanda cada día más bienes y servicios, las oportunidades de inversión en sanidad, educación, comercio y vivienda no dejan de crecer.
Después de este interesante viaje por China a través de su historia, su economía y sus empresas, nuestra conclusión va a coincidir, sin duda, con la de nuestro guía, Jim Rogers: “¿Por qué he tardado tanto en venir aquí?”.
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