Los primeros meses del año siempre son meses en los que multitud de analistas plasman sobre el papel sus previsiones para el nuevo año en el que nos adentramos. Esta nunca ha sido una práctica que me haya entusiasmado, ni siquiera que haya considerado necesaria. Sin embargo, creo que 2023 presenta un escenario y una coyuntura muy interesantes de analizar, aunque sea para realizar una lectura que deje una conclusión abierta sobre como cerrarán los mercados este año.
Mi objetivo no es ni mucho menos realizar ninguna recomendación a través del presente artículo, sino dejar plasmados sobre papel los que creo que son los principales desafíos de los mercados este año, en un escenario de elevada incertidumbre con multitud de frentes abiertos.
Si hay un factor en Occidente que está contribuyendo a dicha incertidumbre económica y a desestabilizar los mercados, ese es la inflación y la respuesta (y posibles respuestas a futuro) de la política monetaria ante dicho fenómeno. Al respecto se plantean varios escenarios principales, cada uno con consecuencias muy diferentes. El primero sería un descenso rápido de la tasa de inflación en el presente año sin necesidad de una recesión inducida por los bancos centrales para ello, lo que daría vía libre a la Fed y al BCE para comenzar a estabilizar los tipos de interés a finales de año, siendo esto muy positivo para el comportamiento de la renta variable y el precio de los bonos soberanos a diez años. Un escenario alternativo, sin embargo, sería aquel en el que la inflación se mantenga elevada durante el año y los bancos centrales continúen subiendo tipos a un ritmo constante, como ocurre actualmente, lo que afectaría de manera probablemente muy negativa a la renta variable, ante una mayor probabilidad de recesión inducida por los bancos centrales.
Aunque pueda ser que la inflación haya llegado a su punto de inflexión en la Eurozona y EE.UU., eso no significa que el ritmo de descenso de la tasa vaya a ser lo suficientemente rápido como para que la media anual entre dentro del rango que los bancos centrales consideren necesario para parar las subidas de tipos y estabilizarlos.
Planteado uno de los principales factores que determinará la incertidumbre del mercado (ya que la inflación se ve a su vez afectada por muchos otros como, por ejemplo, el desarrollo de la guerra en Ucrania), podemos ahora examinar cuáles son las principales estimaciones de consenso para distintos mercados y activos y si las consideramos reales o no una vez planteado el escenario global.
En primer lugar, para uno de los índices más importantes del mundo, el S&P 500, el consenso de analistas estima que cierre el año en torno a los 4.200 puntos, lo que supondría aproximadamente una escalada del 5 % desde los niveles actuales y del 10 % desde donde comenzó el año. En este caso no me parece una estimación muy alocada, ya que hemos de tener en cuenta que los valores del S&P 500 se encuentran prácticamente un 20 % por debajo de máximos. Aun así, cabe resaltar que a pesar de que el rendimiento de los mercados norteamericanos fuera deplorable el año pasado, se encontró muy lejos de sus peores momentos. De hecho, la contracción media del S & P 500 en momentos de caída se sitúa en el 25 %, siendo de un 35 % en momentos de recesión.
Por otra parte, un activo a vigilar durante el presente año son sin duda los bonos de deuda soberana a 10 años, ya que, a raíz del incremento de los tipos de interés por el crecimiento del nivel de precios, han sido uno de los activos que más ha sufrido la incertidumbre y volatilidad de la economía global. El consenso de analistas estima que los bonos norteamericanos a 10 años cerrarán el año ofreciendo un yield del 3,7 %. Esta sí me parece una apuesta muy arriesgada, ya que significaría que el rendimiento del bono se encontraría tan solo 0,2 puntos por encima del actual. Para que esto se cumpliera tendría que darse un escenario de reducción inmediata de la inflación y que la Fed dejase de subir tipos. Esto es muy improbable, por lo menos en el medio plazo, ya que la inflación se mantiene elevada y la Fed tiene previstas varias subidas de tipos en los próximos meses, lo que probablemente dispare aún más el yield de la deuda soberana a 10 años.
Todo ello es enormemente dependiente de los tipos de interés, los cuales, para el caso de EE.UU. el consenso sitúa en el 4,4 %, lo que no casa excesivamente bien con las estimaciones comentadas sobre la deuda soberana. Que los tipos americanos se sitúen cerca del 5 % a final de año no me parece ninguna apuesta descabellada, pero la falta de forward guidance por parte de la Fed en muchos casos está causando una gran incertidumbre y volatilidad relacionada con la magnitud de las subidas de tipos.
En conclusión, creo que la inflación va a ser algo más persistente que lo que considera el consenso de analistas, lo que a su vez va a causar que la Fed suba más los tipos y a una mayor velocidad, afectando negativamente la valoración de la renta variable y la deuda soberana. Por ello, lo más probable es que nos queden unos meses de gran incertidumbre y volatilidad en los mercados.
Foto de Julia Volk