Como una exhortación publicitaria, la temporalidad 24/7 decreta la absoluta disponibilidad y, por tanto, el carácter ininterrumpido de las necesidades y de su incitación, como también su insatisfacción perpetua.
En la actualidad, hay muy pocos intervalos significativos en la existencia humana –con la inmensa excepción del sueño- que no hayan sido invadidos y convertidos en tiempo de trabajo, tiempo de consumo o tiempo de marketing. No existe ahora momento, lugar o situación en la que uno no pueda comprar, consumir o entrar en internet; hay una intrusión incesante del no tiempo 24/7 en todos los aspectos de la vida social o personal.
Con un bazar infinito de ofertas y atracciones perpetuamente renovadas y disponibles, el 24/7 desactiva la visión y la iniciativa a través de procesos de homogeneización, redundancia y aceleración. Debido a la infinidad de contenidos accesibles 24/7, siempre habrá algo online más informativo, más divertido, más sorprendente, más impresionante que cualquier cosa en nuestras circunstancias reales inmediatas.