Inversión en valor
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El silencio en el Value Investing

La lectura y el análisis requeridos para el proceso de inversión Value necesitan de silencio – no solo silencio literal sino también ‘silencio’ figurado. Esto es, necesita que el inversor Value permanezca al margen del ruido diario de noticias sin impacto en los fundamentales de las compañías objeto de estudio, del ruido del consenso de analistas y del ruido de la irracionalidad del mercado o del pánico generalizado de otros inversores.

Es importante recordar que pese a que los mercados no son 100% eficientes (no reflejan en todo momento toda la información disponible a todos los participantes) – sí que lo son en suficiente medida como para que diferenciarse del consenso sea un proceso duro y de desgaste emocional. El proceso de inversión ha de constituir un análisis metódico, repetible, disciplinado y en silencio del ‘ruido’ constituido por todos los agentes que afectan al precio, pero no así al valor de una compañía.

Para poner en contexto la importancia de ello, conviene recordar la pura esencia (simplificada) de la inversión Value: la relación entre valor (intrínseco) y precio (o cotización) de una participación (o acción). El precio de una acción oscila en torno a su valor intrínseco, y es en el momento en el que hay suficiente margen de seguridad en esa diferencia, cuando la inversión resulta atractiva. Tanto para establecer el valor intrínseco de una compañía como para navegar el proceso de mantenimiento una vez que hemos alocado el capital, es necesario ese ‘silencio’.

El ‘arte’ de la inversión Value es conseguir diferenciar entre aquellos agentes externos (noticias específicas sobre una compañía o industria, cambios regulatorios o fiscales en uno o varios sectores, inestabilidades políticas o macroeconómicas, particularidades de mercados, etc) que afectan al precio de una acción y aquellos que realmente tienen un impacto sobre los fundamentales de la compañía en cuestión y por tanto influyen en el valor intrínseco de la misma.

El denominador común de toda inversión en valor es elaborar una tesis de inversión diferenciada del consenso. Esto es contrario a la esencia del ser humano, que por naturaleza tiende a consensuar las decisiones, evitar la confrontación con compañeros, amigos y familiares y que se regocija confirmando sus opiniones con las de otros. El ser humano tiende a sufrir del denominado efecto rebaño o ‘herd effect’ y los inversores (ya sean profesionales o privados) no están menos sujetos a esta tendencia.

El consenso es una gran fuente de información para el inversor, pero éste debe saber diferenciar la información y el ruido. El consenso se compone de analistas en agencias de corretaje o brokers (‘Sell-side’) – Son profesionales altamente cualificados y que en muchas ocasiones llevan decenas de años cubriendo las compañías. Teóricamente, el objetivo de estos analistas es asesorar a sus clientes inversores (analistas y gestores o ‘Buy-side’) sobre potenciales ideas de inversión. Sin embargo, sus incentivos no están alineados con los del inversor ya que los brokers se benefician de generar comisiones transaccionales de compraventa al suscitar interés en compañías (más que centrarse en la calidad de la inversión en sí). También tienen un conflicto de interés ya que les conviene mantener relaciones estrechas con las compañías que cubren para seguir teniendo acceso a información. Además, en caso de que esas compañías necesiten acceso a los mercados de capitales, el bróker (y/o su brazo de ‘advisory’) obtendrá un beneficio del proceso. Este sistema de incentivos no alineados genera un ruido del cual el inversor debe mantenerse al margen. Debe mantenerse en el ‘silencio’.

Este procedimiento requiere de grandes dosis de rigor y disciplina, pero los resultados son gratificantes y ayuda a reducir potenciales errores durante el proceso de inversión. La carencia de este ‘silencio’ haría que siguiésemos el consenso (efecto rebaño o ‘herd effect’) nos dejásemos influenciar fácilmente por el resto de inversores (riesgo de caer en la especulación) y por aquellas noticias que no tienen relevancia en nuestras compañías (vender o reducir una posición a causa del ‘pánico’) o nos dejásemos sacudir por los mercados. Todo aquello que el buen inversor Value debe evitar a toda costa.

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