Después de probar en ¿
Existe la Suerte? y
El cisne negro que vivimos en un mundo de incertidumbre y volatilidad irremediables, que éste es nuestro mundo, Taleb se propone en este libro dotarnos de una respuesta, de un poder: ser antifrágiles. Si aprendemos a ser antifrágiles como la naturaleza, nos beneficiaremos del desorden. “Hay cosas que se benefician de las crisis; prosperan y crecen al verse expuestas a la volatilidad, al azar, al desorden y a los estresores, y les encanta la aventura, el riesgo y la incertidumbre. Aquí llamaremos a este fenómeno: antifrágil”.
En este rico ensayo personal de tono irónico, inteligente y acogedor, el autor entra con criterio propio en todos los ámbitos de nuestra vida. Y nos descubre dónde está la fragilidad: en el miedo, la falta de aceptación profunda de la incertidumbre de la vida, el triunfo injustificado de lo artificial sobre lo natural, el corto plazo, el afán de control desmedido, el intervencionismo, la medicación masiva, la educación reglada, homogénea y sobreprotectora, la economía dirigida desde arriba, el afán predictivo del hombre temeroso y la obsesión por la comodidad… “Según mi definición, la modernidad es la dominación a gran escala del entorno, el alisamiento sistemático de las irregularidades del mundo y la represión de la volatilidad y los estresores por parte del ser humano. Y es que esta es la ilusión fundamental de la vida: la ilusión que nos dice que la aleatoriedad es peligrosa, que es mala, y que hay que eliminarla”. Al tiempo, nos enseña a ser antifrágiles, a tomar conciencia de que “una de las leyes de la vida es que no hay estabilidad sin volatilidad”. Y asumiendo que “lo confortable nos fragiliza”, aprendemos que con frecuencia no actuar y dejar a las cosas ser es mejor que intervenir. Porque “un hombre es honorable en función de los riesgos personales que asume con sus palabras y sus decisiones”. Y así, asumiendo pequeñas pérdidas lógicas en un mundo incierto, evitamos pérdidas catastróficas, y a la larga acabamos ganando. Porque el error, la tristeza, el sufrimiento y los estresores naturales no son enfermedades a erradicar con medicación, sino las más valiosas fuentes de conocimiento. Y “sólo son libres los autodidactas”, porque sólo ellos se guían por la pasión de saber y avanzan con el sistema de ensayo-error, no con modelos ni teorías. De esta manera, si eliminamos el cambio, la variación y la incertidumbre, desaparece la belleza de la vida. Y conviene asumir que lo viejo es superior a lo nuevo, porque ha sobrevivido al tiempo, es decir, a la volatilidad y al desorden, y por lo tanto ha probado que es antifrágil y seguirá sobreviviendo bien.
Este libro original y fascinante nos quita miedo y nos hace más inteligentes, porque nos enseña a conocer y querer la vida tal como es: llena de incertidumbre, riesgo y belleza.
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