La mente puede ser una herramienta maravillosa para el autoengaño: no está diseñada para abordar la complejidad y las incertidumbres no lineales. El tema general de toda la obra de Taleb es el de las limitaciones del conocimiento humano. Puesto que nuestra mente necesita reducir la información, es más probable que intentemos encajar un fenómeno en el lecho de Procusto de una categoría clara y conocida, en lugar de suspender la categorización y hacerlo tangible.
Todos estos aforismos se le ocurren al autor de una manera natural y misteriosa, casi sin querer, sobre todo al caminar –lentamente– y al liberar mi mente para no hacer nada. Son pensamientos independientes y comprimidos en torno a su idea principal de cómo abordamos, y cómo deberíamos abordar, lo que no sabemos.
Somos robustos cuando los errores en la representación de lo desconocido y en la comprensión de los efectos aleatorios no conducen a resultados adversos, y somos frágiles en caso contrario. Debemos respeto a los métodos de robustez de la madre naturaleza. Los valores clásicos mediterráneos de Taleb le hacen abogar de continuo por el trío de: erudición, elegancia y coraje. Los que asumen riesgos nunca se quejan: actúan. La naturaleza y el arte son robustos; la ciencia no siempre.
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