¿No es locura luchar por tener cada vez más ratos libres si luego no sabemos qué hacer con ellos y necesitamos toda una industria –el negocio del espectáculo- que nos ayude onerosamente a pasar el rato?
La vida entera de las sociedades en las que imperan las condiciones de producción modernas se anuncia como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente experimentado se ha convertido en una representación. El espectáculo no es ya un conjunto de imágenes, sino esta forma dominante de relación social entre las personas siempre mediatizada por las imágenes. Bajo todas sus formas particulares –información o propaganda, publicidad o consumo directo de diversiones -, el espectáculo constituye el modelo actual de vida socialmente dominante.
Guy Debord confesó que escribió este libro con la única intención de molestar a la sociedad del espectáculo. Este libro ha de leerse, afirmó, tomando en consideración que se escribió deliberadamente contra la sociedad espectacular; sin exageración alguna.
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