No son muchos los principios que hay que observar para llevar una vida tranquila.
Todo, desde siempre, es idéntico y ha estado sometido a ciclos. Conviene vivir conforme a la naturaleza. Venera tu facultad intelectiva. En ella radica todo. Será ella la que evite que te precipites, la que te procure familiaridad con los hombres y conformidad con los dioses. Quien siga su inteligencia, su propio genio interior y los impulsos de su propia virtud vivirá sin buscar nada y sin huir de nada. En el pensamiento de una persona que ha sabido disciplinarse y purificarse no hay servilismo, ni afectación, ni dependencia. La gente busca el retiro en el campo, en el mar o en la montaña, pero también puedes retirarte para tus adentros, cuando lo desees. En ninguna parte puede el hombre hallar lugar más tranquilo ni más libre de ocupaciones que en su propia alma. Concédete ese tipo de retiro una y otra vez, y renuévate. Presta atención a quienes son sabios y a sus motivaciones. Fíjate en qué cosas evitan y cuáles persiguen.
Tu conciencia se hace invulnerable cuando se centra en sí misma y a sí misma se basta. Una mente libre de pasiones es una verdadera ciudadela: nadie tiene una fortificación más sólida donde refugiarse y permanecer libre.
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