La fórmula para conseguir la libertad financiera es muy sencilla: gasta menos de lo que ingresas e invierte la diferencia. En otras palabras, ahorra e invierte.
Si el camino es tan sencillo ¿por qué cuesta tanto seguirlo? Es más, ¿por qué hay quienes ni siquiera llegan a empezarlo? La culpa la tiene nuestro cerebro y los sesgos cognitivos que lo dominan.
De forma muy resumida, se trata de atajos mentales que la mente usa cuando tiene que tomar decisiones rápidas o difíciles. Se trata de respuestas intuitivas donde lo que prima es la rapidez frente al análisis. ¿El problema? Que estas decisiones no siempre son las más acertadas, especialmente cuando se trate de dinero y finanzas.
Hay muchos sesgos cognitivos y de todos ellos, hay dos que determinarán si alcanzas la libertad financiera. el sesgo del presente y el de la aversión a la pérdida. El primero afecta a tu ahorro y el segundo a tus inversiones.
¿Por qué no ahorras? Así te limita el sesgo del presente
¿Alguna vez te has preguntado por qué te cuesta tanto ahorrar si sabes que es importante? La culpa la tiene el sesgo del presente. Se trata de la tendencia humana a primar el beneficio inmediato frente a una ganancia futura. En otras palabras, nuestro instinto animal que no siempre es capaz de ver más allá del próximo atracón o el siguiente día.
Frases como “¿para qué ahorrar si te puedes morir mañana?” o “ya ahorraré cuando me suban el sueldo” son un buen ejemplo de cómo afecta este sesgo a tus decisiones financieras. Y es que el sesgo del presente te lleva a subestimar las consecuencias futuras de tus actos o ser demasiado optimista. Equivale a decir “no pasa nada si empiezo a ahorrar la próxima semana” o “en cuanto pase la Navidad, me pongo a dieta, por poner un ejemplo diferente.
Y al final, pasa el tiempo y sigues llegando a final de mes con la cuenta a cero y sin ahorrar.
¿Cómo puedes combatir este sesgo? Hay cuatro fórmulas muy sencillas:
- Busca apoyos y rodéate de las personas adecuadas.
- Comprométete de forma pública.
- Piensa en tu yo futuro, es decir, en cómo estarás dentro de 25 años.
- Automatiza tu ahorro siempre que puedas para no depender de tu fuerza de voluntad.
El ‘miedo’ a invertir: cómo te afecta la aversión a la pérdida
Nos gusta ganar, pero sobre todo odiamos perder. En concreto, perder nos duele 2,5 veces más que una ganancia equivalente, según descubrió un estudio de Daniel Kahneman y Amos Tversky.
Esa aversión a perder puede transformarse rápidamente en miedo a la inversión. ¿El resultado? Los más afectados por esta aversión a la pérdida directamente rehuirán el mercado. No invertirán sus ahorros y así, sin saberlo, estarán perdiendo por el efecto de la inflación (sí, tu dinero pierde valor según aumenta cada año el coste de la vida).
Habrá quienes venzan ese miedo inicial, pero concentren sus inversiones en productos muy conservadores. De hecho, aquí también entra en juego el sesgo del presente, que empuja a invertir en productos de corto plazo (depósitos y productos conservadores) para lograr objetivos a largo plazo (jubilarse).
¿Se puede combatir la aversión a la pérdida? La verdad es que este sesgo es muy potente y difícil de eliminar. Tener claros dos conceptos como el efecto de la inflación y el poder del interés compuesto pueden ayudar.
Lo más complicado frente a la aversión a pérdida es dar el primer paso: comenzar a invertir. Una vez vencida la resistencia inicial, automatizar esa inversión con aportaciones periódicas ayudará a mantener el pulso inversor.
Consigue ganar la batalla a estos dos sesgos y tendrás mucho camino andado para alcanzar tus metas vitales y financieras.
Foto de Elizabeth Tr. Armstrong en Pexels